Eliminar distorsiones por una sociedad más sostenible, próspera y justa

La economía cubana se encuentra inmersa en un contexto de «Economía de Guerra», un término que, lejos de ser una mera etiqueta, refleja la complejidad de un sistema que opera bajo condiciones adversas.
Este escenario se ve agravado igualmente por la interdependencia con el comercio internacional, donde las fluctuaciones globales impactan directamente en la estabilidad económica del país. Sin embargo, el principal adversario de nuestra economía es el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de los Estados Unidos. Este cerco, más allá de cualquier manipulación mediática, no solo limita el acceso a mercados y tecnologías, sino que también dificulta el desarrollo de una economía que ya enfrenta retos internos significativos.

Internamente, la economía cubana revela insuficiencias que requieren atención urgente. La intervención de Manuel Marrero Cruz, miembro del Buró Político y primer ministro de la República Cuba, en el Segundo Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular en su X Legislatura, el pasado 20 de diciembre de 2023, puso algunas ideas sobre la mesa.

Entre ellas, la necesidad de un Ministerio de Economía y Planificación más robusto es evidente; su papel debe ser el de articular estrategias coherentes que permitan un control efectivo de los precios y la evasión fiscal. Además, es crucial avanzar en el cumplimiento del principio de subsidiar a las personas y no a los productos, un cambio que podría aliviar las tensiones sociales y mejorar el bienestar de la población.

En cuanto a la exportación, Cuba tiene un potencial significativo que no se ha logrado explotar plenamente. La diversificación de las exportaciones de bienes y servicios es esencial y esto debe hacerse con la participación activa de todos los actores económicos, tanto estatales como no estatales. Sin embargo, la inversión extranjera sigue siendo insuficiente y representa un desafío en la estrategia del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030. Sin la inyección de capital y tecnología que trae la inversión foránea, el crecimiento económico se verá limitado.

La producción nacional también enfrenta obstáculos. La insuficiencia en el control de las tierras y el estancamiento de la agroindustria azucarera son síntomas de un sistema que necesita nuevos aires. Es imperativo fomentar el encadenamiento entre las empresas estatales y las formas de gestión no estatal para maximizar la eficiencia y aprovechar las capacidades ociosas.

Frente a este panorama complejo, surgen preguntas cruciales: ¿Qué medidas se deben adoptar para restaurar la estabilidad y fomentar un desarrollo? Las respuestas son múltiples. Es esencial recuperar el equilibrio macroeconómico, revitalizar el turismo, ejercer un control más riguroso en el mercado cambiario y renegociar la deuda nacional.

Además, se debe incentivar la producción nacional, recuperar de manera urgente la agroindustria azucarera y lograr un balance alimentario a nivel municipal. La reducción del déficit presupuestario y la contención de los precios especulativos son igualmente vitales.

En conclusión, las distorsiones de la economía en Cuba plantean desafíos considerables que afectan tanto el crecimiento económico como el bienestar social. A medida que el país examina modelos alternativos de desarrollo, los aprendizajes derivados de estas experiencias actuales deben proporcionar garantías de una sociedad más sostenible, próspera y justa.
Gabriel Torres, Radio 26