La miel constituye un alimento nutritivo, saludable y natural, producido por las abejas. Matanzas es una provincia destacada en la apicultura, y desde la ciencia se estudia un ejemplar muy singular: la Melipona beecheii, conocida popularmente como abeja de la tierra, por sus características y considerables aportes.
Se trata de la única especie de abeja social precolombina. Su crianza se practica en toda Mesoamérica desde hace siglos, y aunque su producto más comercializado es la miel, ofrece otros recursos valiosos, en especial para la agricultura familiar. Además, brinda beneficios al medio ambiente.
Periódico Girón conversó con una estudiosa y amante de esta especie, la joven Doctora en Ciencias Leydi Fonte Carballo, quien lleva alrededor de 15 años dedicados a su investigación con el propósito de impulsar la meliponicultura en Cuba. Ella nos acerca al comportamiento, manejo y salud de esta especie en la provincia de Matanzas.
―¿Qué la hace diferente de la especie Apis mellifera?
―Ambas tienen una importancia muy grande porque son polinizadoras. En esa simbiosis con las plantas ayudan al intercambio de polen y a perpetuar la biodiversidad del ecosistema porque hacen un servicio de regulación. La Apis mellifera es una abeja introducida.
“Un rasgo distintivo de la Melipona es que carecen de aguijón porque lo perdieron en su proceso evolutivo, lo que las hacen tan mansas que pueden ser trabajadas por un niño, una mujer o un anciano. En cuanto a la polinización se pueden redireccionar a partir de esta simbiosis a cultivos de interés económico y desarrollar en lugares donde las otras especies no se admiten.
“Por ejemplo, al carecer de aguijón ocupan un nicho desaprovechado por las Apis como son los entornos urbanos, porque hay una ley que prohíbe la tenencia de sus apiarios a una distancia mínima de cinco kilómetros de los límites de la ciudad. En un momento en que se aboga por espacios productivos amigables con el medio ambiente se puede introducir este tipo de actividad”.
―Existe la creencia de que la falta de aguijón la hace más vulnerable. ¿Qué factor realmente influye en que sea considerada una especie amenazada?
―Ella perdió el aguijón, pero tiene unas potentes mandíbulas que le permiten defenderse de sus depredadores. La naturaleza es sabia y cuando quita algo, pues da otro mecanismo de defensa para seguir la evolución. No obstante, la actividad humana de depredación ha llevado a esta especie a esa categoría por la pérdida de sus habitáculos, de poder establecer su colonia naturalmente en las oquedades de los árboles. Aun así ha logrado establecer estrategias.
“Se le conoce como abeja de la tierra porque las personas la veían cerca de la tierra y pensaban que salían de ahí. Realmente no es así, lo que sucede es que ellas aprovechan todos los lugares según el entorno donde se encuentran. Si están en un entorno favorable, pues aprovechan los árboles, y de no ser posible utilizan los huecos entre las piedras, van a tratar de establecer sus nidos donde puedan. También son extremadamente sensibles a los cambios medioambientales y al uso de plaguicidas”.
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―¿Cuál es el secreto de su miel?
―En cuanto a unidades de colmena, producen menos que las Apis. Sin embargo, donde existen 10 colmenas de apis, puedes tener 30 meliponas para equiparar la misma producción. Incluso, es una miel más demandada en mercados internacionales, se cotiza hasta siete u ocho veces más cara por sus beneficios medicinales. Según estudios realizados tiene muchos metabolitos secundarios que inciden de manera significativa, tanto en la actividad antimicrobiana como antioxidante, por eso se usa en tratamientos para las cataratas y en infecciones respiratorias.
“Cuba empieza el desarrollo de esta ganadería, pero muchas veces nos centramos solamente en la miel y no explotamos la polinización cuando en el mundo se paga muy bien el alquiler de colmenas para polinizar determinados cultivos. También olvidamos otros productos como el polen ensilado, una fuente proteica muy importante porque contiene los aminoácidos esenciales que tanto beneficio le brindan al organismo y el propóleo, una potente arma química que utilizan para defenderse en la colmena”.
―Por primera vez en Cuba se identifica la base alimentaria de la Melipona beecheii en un entorno fuertemente antropizado, ¿de qué forma estos estudios contribuyen a lograr una meliponicultura racional y a conservar la especie?
―Este estudio lo desarrollamos en la zona urbana de Pastorita, gracias al apoyo de Raúl Carrazana y su esposa Idolidia, quienes pusieron a nuestra disposición su meliponario. Logramos conocer cómo las abejas eran capaces de subsistir en ese entorno. La miel que cosechamos proviene de las reservas que ellas guardan para los períodos de penuria o escasez. En la medida que sepamos identificar las plantas que buscan y visitan, pues podemos ayudarlas para que se alimenten y nosotros beneficiarnos de esa producción.
“Primeramente se demostró que prefieren las familias vegetales Fabaceae (la dormidera) y Myrtaceae (la guayaba). Esto se debe a que mantienen una floración durante todo el año, lo que las convierte en una fuente estable de alimento. También el tipo de abertura de las anteras de las flores facilita considerablemente la colecta de polen.
“A partir de la investigación se establece una propuesta de banco proteico que garantice el suministro permanente y cercano de polen a los meliponarios con el propósito de satisfacer las necesidades nutricionales de estas colmenas durante el año y se incremente su productividad. Entre otros de los resultados ya contamos con una palinoteca, tras un novedoso protocolo de identificación de los tipos polínicos. Esto constituye un primer paso en la creación de un archivo imagenológico de gran utilidad para la clasificación de las mieles”.
―¿Perspectivas futuras con este tipo de ganadería?
―Tenemos un fuerte vínculo con los productores y llevamos adelante su capacitación, lo más importante es transmitir las experiencias y que cada vez se sumen más personas para aspirar a un desarrollo de la meliponicultura como se pretende, con las perspectivas de que llegue a niveles similares de otros países de Centroamérica, porque realmente es nuestra abeja autóctona, que debemos luchar por su rescate y valorar los aportes al desarrollo local y al enfoque de género.
(Por Anet Martínez Suárez – Periódico Girón)