En 2021 la revista Scientific Reports publicó que unos sedimentos fosilizados, que se hallaron en una playa de Creta, son 2,5 millones de años más antiguos que los vestigios del Australopithecus afarensis, nombrado Lucy, y descubierto en Tanzania. En este 2023, en el documental Un viaje al infinito, la cosmóloga Janna Levin, del Barnard College, advierte que dada la aceleración de la expansión cósmica, la desaparición de la materia puede ser dentro de 100.000 millones de años. Augura que habrá un último ser consciente y un pensamiento final.

Entre los sedimentos de Creta, los vestigios de Lucy y el pensamiento final, estamos nosotros. Férvidos con la Inteligencia Artificial, las ofrendas del transhumanismo y las dádivas del cíbord. Dilapidando la inteligencia que nos fue concedida, la natural. Con el diez por ciento de la humanidad viviendo en extrema pobreza y ochocientos once millones de hambrientos, mientras un mínimo concentra el setenta y seis por ciento de las riquezas; con temperaturas en ascenso y sitiados por desechos de un modelo lineal, que produce, usa y bota.

Todavía no ha muerto; no privemos a la civilización del beneficio de renacer. Con ese afán se concibió la Agenda 2030 y CMDQ, Radio Llanura de Colón, en Colón, Matanzas, Cuba, produjo el pódcast Armonías de Gestación. Sus 17 capítulos son la memoria sonora de 37 semanas; desde que el espermatozoide corre y tropieza con el óvulo, hasta que el llanto anuncia la vida.

Que sean más racionales nuestras huellas, que las de aquellos antecesores que dejaron marcas sempiternas en la playa de Creta o huesos parlantes en Tanzania.

Disponemos de un soplo de 100.000 millones de años. La racionalidad y el mundo por nacer se entrelazan mediante un cordón umbilical: los audífonos. Todavía no es hora de cortarlo, es el tiempo de gestar y escuchar.