José Antonio Morales Rodríguez, Pepito, cantó por primera vez una décima en público a los cuatro años. Desde entonces supo que ese sería su futuro.
Su tío abuelo, Héctor Pérez, ya había hecho historia al colocarse entre los más grandes repentistas de Cuba. En medio de la herencia familiar y la tradición cultural de la tierra que lo vio nacer, sería casi imposible que el arte del verso no le corriera por las venas.
Pepito, como todos lo llaman, es natural de Armona, comunidad perteneciente al municipio de Santa Cruz del Norte, en la provincia de Mayabeque, y que ha sido cuna de grandes artistas de guateque como Luisito Quintana. A la edad de 10 años se trasladó junto a sus padres hacia el consejo popular Ceiba Mocha, a 18 kilómetros de la ciudad de Matanzas, donde radica hasta hoy.
Nancy Rodríguez Sosa y José Antonio Morales Campis, padres de Pepito, supieron del talento de su hijo cuando a los cuatro años memorizó una décima hecha para él por Luis Quintana. Pidió, delante de todo el guateque, que lo dejaran cantar. Cuando estuvo frente al público, tras unos segundos en silencio, volteó la mirada a los guitarristas y les dijo “Si no me tocan no empiezo”.
Entre risas comenzaron a tocar y el niño, sin empujoncitos ni señas, entró a cantar justo en el momento exacto. Quedaron asombrados al ver cómo ya, tan pequeño, había aprendido, al oído, el tiempo y el ritmo de la canturía.
Con la edad de 10 años Pepito conquistó el primer lugar en el I Concurso Nacional de Niños Repentistas. Los talleres nacionales impartidos por Alexis Díaz Pimienta fueron de excepcional apoyo para el despliegue de su carrera. A los 17 años fue segundo en la competencia nacional Justo Vega, donde también recibió el Premio al Finalista más Joven, categoría que alcanzó en la I Olimpiada de la Décima Cubana un año después.
Desde hace aproximadamente 12 años, Pepito imparte talleres de repentismo para niños en Armona y Ceiba Mocha. Sus alumnos han alcanzado diversos premios provinciales y nacionales. Por esta labor resultó uno de los galardonados con el Premio Provincial a Mejor Profesor de talleres de repentismo cuatro años atrás. Recientemente, en el mes de mayo, dos alumnos de Armona, salidos de sus talleres, alcanzaron segundo y tercer lugar en el Concurso Nacional Chachito Pereira, de la Casa Naborí.
José Antonio Morales es repentista profesional desde 2014. Su carrera se ha desenvuelto entre lo estudiado y lo empírico. Quienes lo conocen saben que es capaz de enseñar la teoría de la décima, pero su vocación de improvisador es innata. Su poesía es bucólica, criolla. Ama los temas de campo, la familia, su pueblo. Afirma que en los momentos de tristeza su inspiración florece más. El amor, la amistad o la luna suelen ser elementos que le arrancan los versos del pecho.
SU PROPIA DEFINICIÓN
“Mi estilo es poético, trato de ponerle poesía a todo lo que hago. Soy detractor de la décima conceptual, perfecta, excesivamente lógica; que respeto mucho al igual que a sus grandes exponentes de hoy y de ayer, pero que a mí en lo particular no me sorprende, no me dice nunca nada nuevo. Bebo del estilo de Luis Quintana, de Pablo León, de Naborí, de Alexis Díaz, de José Luis Guerra, uno de los grandes poetas matanceros y casi en el anonimato; y de Wicho Vasallo, escritor y director de la Casa de Naborí”.
Su décima no está presa en ningún recurso, todo lo que le va saliendo del alma se transforma en poesía. Su obra se mueve entre lo metafórico y lo paradójico. Bañada de hipérbole, sinestesia y antítesis, regala rimas que enamoran a quien lo escuche.
Su humildad como artista es lo que prefiere resaltar Adriana Fajardo Pérez, joven repentista mayabequense, que lo ha acompañado en varias ocasiones; “Además de su talento, es también un profundo admirador de la décima, se sienta en la canturía a escuchar atento lo que dicen los demás poetas, verso por verso”. Lo define como un guajiro noble, sencillo y muy familiar.
LO ALCANZADO
“La carrera del repentista es complicada, lleva tiempo y sacrificio. Muchos no creyeron jamás que yo llegaría a ser profesional del repentismo. Pero siempre tuve bien claro lo que quería. Con el sostén incondicional de mis padres, me enfoqué en esa meta, y lo conseguí. Hasta el punto en que algunos de los que no me apoyaron, hoy me felicitan y me admiran. Hay varios nombres, pero uno en especial no puedo desligar de mi vida profesional ni personal, Marielena Núñez. Siempre me tuvo fe, y a través de su Peña Literaria El Laurel, en la casa de cultura de Ceiba Mocha, me ayudó a crecer y a visibilizar mi obra”
El Laurel es una peña creada hace 17 años. En su encuentro número uno José Antonio Morales, con 14 años, fue el primer invitado. Desde entonces la relación de complicidad y amor entre Pepito, Marielena y los peñeros, crece por día.
Marielena Núñez, anfitriona del espacio, siente un profunda admiración y cariño hacia Pepito y expresa “Tiene que ser gran poeta porque es una tremendísima persona. Nadie logra tener una mala opinión de él. Dentro de la Peña es mi brazo derecho y mi brazo izquierdo. Mi mejor escritor, el que nunca me falla. Me sorprende verlo en cada encuentro reinventarse como artista. Y me quedo siempre con la idea de que la Peña sin Pepito no sería igual”.
MEJORES EXPERIENCIAS
«Pudiera hablar de varios momentos, eventos, encuentros; pero sin dudas trabajar en la radio fue una experiencia increíble. Allí aprendí mucho, te hace un escritor de oficio. Ya yo llevaba años en el medio de la televisión, y nunca pensé que la radio me iba a aportar tanto como lo hizo. Lleva un trabajo de mesa arduo, y un fuerte compromiso. No solo por la cantidad de décimas que exige sino también por la diversidad de los temas».
José Antonio comienza a participar en el programa televisivo “Palmas y Cañas” desde los cuatro años, principalmente en las emisiones dedicadas al 4 de abril. Ya en el 2014 vuelve a las transmisiones como profesional.
Formó parte de espacios de TV Yumurí, como “Donde crece la palma”, de Fernando García; “Al cantío del gallo”, de Yudalis Ortiz; entre otros del director Daniel Aguiar. Durante los años 2019 y 2021 llegó a la radio, y fueron suficientes para enamorarlo de ese medio.
¿Qué le falta a Pepito como artista?
“Yo me debo un libro. Quisiera en algún momento escribir canciones para músicos relevantes y, sobre todo, seguir trabajando en mi obra. Aún me falta mucho por crecer. Como bien dice Chachito Pereira, una de las grandes leyendas del repentismo en Cuba, el poeta madura a los 45 años; cuando logra entender la convergencia de las experiencias negativas y positivas de su vida”.
A sus 31 años, Pepito tiene una carrera consolidada y es hoy una de las figuras jóvenes que destacan dentro de lo mejor del repentismo en Cuba.
(Por: Lisandra Verdecia Morales. Foto: Ramón Pacheco)