De toda la vida en las redes abunda el contenido sobre gatos. Los vemos caminando, haciendo cualquier actividad, ya sea comer, jugar, hacer trastadas, o, simplemente, dormir, existir. Nos parecen lindos en cuanto a forma y comportamiento, de maullidos dulces, miradas enigmáticas, todo bellezas.
Hace poco hubo un boom como si sus fanáticos se hubieran puesto de acuerdo para inundar Internet y celebrar uno de los tantos Días Internacionales establecidos para venerar a estas mascotas tan singulares.
Este gusto por ellos no es nuevo. En la literatura podemos encontrar referencia desde tiempos antiguos. Por ejemplo, para los egipcios el gato era una figura importante, y en las recreaciones de aquella época se les ve entre faraones y monumentos con tremendo estilo, al límite de la veneración.
Uno muy famoso de entonces es Ta-Miu. Perteneció al príncipe heredero Tutmosis, hijo de Amenhotep III y la reina Tiye. Ta-Miu fue tan valioso para sus dueños que al morir lo momificaron y contó con entierro solemne, lo cual demuestra el afecto que le tenían. Como este, existen más testimonios en el mundo que aportan a iconizarlo en la cultura.
Además, han sido protagonistas de tantos cuentos e historias infantiles. Recordemos al aventurero Gato con botas, al burlón Cheshire en Alicia en el país de las maravillas; así como a Garfield, tan anaranjado y parsimonioso; a Tom, el eterno perseguidor de un casi inofensivo ratón Jerry; y tantos más que nos acompañaron en nuestra infancia y se quedaron para siempre en el imaginario popular.
En el arte también están presente. Muchos artistas de la plástica le han dedicado tiempo e inspiración. Hoy les compartimos algunas de las pinturas que más nos conmueven.
El gato (1914) es una obra del artista neerlandés, Bart van der Leck (1876-1958), exponente del neoplasticismo, también conocido como constructivismo holandés, relacionada con lo abstracto. Esta obra destaca por su sencillez, y por captar esa apariencia misteriosa que suelen adoptar los gatos. Imagen tomada de https://krollermuller.nl.
Esta obra es de Andy Warhol (1928-1987), un artista estadounidense importante para el pop art, y uno de los más influyentes del siglo XX, poseedor de famosas creaciones como la serie de Latas de sopa Campbell (1962). Durante toda su vida pintó muchísimos gatos. Se cuenta que en un tiempo vivió con más de veinte, y a todos les llamaba Sam, tal y como aparece en esta imagen tomada de https://www.latercera.com. Destaca su estilo seriado y de contraste con colores de fantasía.
Gato devorando un pájaro (1939), del reconocido pintor español Pablo Picasso (1881-1973), creador del cubismo, es una obra que nos muestra el lado salvaje de esta mascota. Podemos apreciar una pintura para nada romantizada, sino de fiera, crueldad y supervivencia. Los expertos destacan su analogía con la situación de España en la época de Guerra Civil, barbarie y necesidad en que Picasso pintó este lienzo. Imagen tomada de https://historia-arte.com.
Dos niños con un gato (1629), es un óleo sobre lienzo de Judith Jans Leyster (1609-1660), una pintora del Siglo de Oro neerlandés que concibió esta obra, de estilo barroco, como otras más, en las que muestra al felino en una escena común. El gato no es el protagonista de la pintura, pero sí fundamental para la escena. Imagen tomada de https://arthive.com.(Portal Cuba Sí)