La alegría de vivir y la libertad de expresarse sin estar sujeto a corrientes y movimientos, la mirada de un espíritu omnívoro empeñado en experimentar continuamente entrelazando esfera onírica y abstracción, huella primordial y signo moderno caracterizan la obra del catalán Miró.
La gran antología dedicada a Joan Miró (1893-1983), que llega a Roma, en el Museo Histórico de Infantería, del 14 de septiembre al 23 de febrero con 150 obras creadas entre 1924 y 1981 por el pintor, esboza una historia artística que abarcó el siglo XX, con obras catalanas poco conocidas, procedentes de coleccionistas privados italianos y franceses.
“Miró – constructor de sueños”, curada por Achille Bonito Oliva, Maïthé Vallès-Bled y Vincenzo Sanfo, se desarrolla en ocho apartados para describir pasiones y relaciones con el panorama cultural de su tiempo: Litografías; carteles; Poesía; Cerámica; Derrière le Miroir; Cuadro; Música; Miró y sus amigos, con una decena de obras de Man Ray, Picasso, Dalí y fotografías de Cohen y Bertrand, además de libros y documentos de los poetas Breton, Éluard, Chair y Tzara.
Última etapa de una gira que pasó por Turín, Trieste y Catania, la historia presentada en Roma se enriquece con una sección específica dedicada a las esculturas, una página menos conocida de su producción.
“Sin compararlo con Picasso y Dalí, creo que Miró es un gran artista – afirmó Achille Bonito Oliva hablando de él en la Embajada de España en Italia -. Abre un universo nuevo y traslada la mirada de vista en visión. Su pintura es un viaje continuo. Para él, el espacio nunca está quieto, sino que va más allá de la perspectiva. Es un artista en movimiento, nómada, como la vida. Abre el espacio a los fantasmas de la mente, esta es su relación con el surrealismo”.
Miró, sugieren los curadores, revolucionó el lenguaje artístico, llevándolo “de un espacio introspectivo a un equilibrio entre lo abstracto y lo figurativo, hasta crear un principio de imposibilidad, en el que el arte supera todo tipo de fronteras”.
Su arte hace un recorrido de 360 ;;grados por toda la historia de la creatividad y acoge en su bagaje el lenguaje animista del arte primitivo – observa Bonito Oliva en el texto del catálogo – introduciendo en el tejido expresivo “modalidades adicionales capaces de dar nueva energía a un aparato y un alfabeto ya desgastado”.
Para Vincenzo Sanfo “lo que llama la atención en Miró es el brillo de su mirada, la sonrisa tranquila y serena que acompaña todas sus imágenes y que nos hace comprender que, detrás de esa mirada, hay una habitación secreta, un mundo propio que uno sentidos serenos y alegres. Y aquí está el secreto del gran éxito de Miró, el de saber comunicar, con sus cuadros, esa alegría de vivir que muchas veces hemos perdido”.
Miró – añade – con sus colores, su signo fuerte y decisivo, a veces primitivo, en su aparente sencillez, “ataca nuestra mirada, la cataliza, haciéndonos hundirnos en un universo infantil que, aunque enterrado en las profundidades de nuestro ego, siempre está dentro de nosotros”.
El artista rara vez realiza dibujos o estudios preparatorios de sus obras, “teniendo en su mente una capacidad de concentración y de explicación rápida e inmediata, capaz de hacer de una simple mancha, de un pequeño signo, esas obras maestras que todos conocemos. inspiración no del inconsciente, sino de su extraordinaria capacidad para abstraerse del mundo de la realidad”.
Miró, por tanto, es un artista independiente y libre y es precisamente en este camino de libertad, subraya la cocuradora Maithé Valles-Bled, donde sus posiciones políticas se expresan con obras que evocan fuertemente las tragedias de su tiempo.
“Ya en el verano de 1936, cuando los republicanos españoles se levantaron contra los generales golpistas, las pinturas sobre Masonite presagian los años oscuros que vendrían. Asimismo, a partir del verano de 1939, en sus lienzos se percibe la inminencia de la guerra en Europa. Unos treinta años después, no se quedaría callado ante los disturbios de mayo de 1968. Sus posiciones se expresaban en el silencio de las palabras, pero en el extraordinario poder de la forma”, concluye.(Portal Cuba Sí)