La mujer que todo lo que toca lo convierte en oro

“¡Dale, que dale con lo mismo!”

Me dijo una vez que coincidimos y le pregunté qué cuándo me concedería la entrevista.

“Ya varias personas han intercedido por ti. ¿Acaso no ves que estoy demasiado vieja y fea para estar en eso?” – Me dijo llena de resabios.

Mi objetivo era conocer a profundidad su historia. Me habían hablado de su capacidad de dirección, valores, de su carácter fuerte y los resultados de cada lugar por donde pasaba. Convencerla llevaría una dosis de perseverancia y paciencia.

Mi motivación llegó después del comentario de una amiga cuando le pregunté de la vida de Juanita, como la mayoría de sus amigos y compañeros de trabajo le conocen. Sin tartamudear me dijo: ¡Muchacho, esa mujer todo lo que toca lo convierte en oro! Mi insistencia valió la pena cuando, ya por cansancio, aceptó el reto.

Juana Ortiz Ricardo (Juanita) es de las mujeres que se dedica en cuerpo y alma a cada tarea. Le caracteriza su exigencia, liderazgo, humildad, sensatez e inteligencia. Aunque nació en la provincia de Las Tunas, Matanzas agradece tenerla como una hija adoptiva.

“Mi infancia fue la de una niña humilde, campesina, pero muy alegre. Casi siempre hacía lo que quería y me salía bien. Recuerdo con cariño los amigos que quedaron allí. Algo si te puedo asegurar, fui muy feliz en esa provincia. En mí todavía se encuentra latente ese sentimiento de regionalismo que tenemos los tuneros.

“Con dolor revivo el año 1958. Fue un año triste para mi familia. La mayoría de mi gente, incluido mi padre, estaba vinculada al movimiento revolucionario y la persecución era evidente. En esa etapa dos de mis primos perdieron la vida.

“Provengo de raíces campesinas. A mi padre le agradezco el amor que me inculcó por la historia y la Revolución. Él perteneció al Ejército Rebelde y con frecuencia hablaba de Martí, Guiteras y otros de los hombres imprescindibles para la Cuba en esos tiempos.

“Mi mamá fue una campesina humilde, ama de casa. De ella tomé esa sencillez. Muchos dicen que, en ese sentido, me parezco a mi madre”.

Juanita teme a encuentros con periodistas. Ella es de esas mujeres un poco reacias a cámaras y grabadoras. No obstante, habla con la soltura de una educadora. Al encuentro llega sin nervios, pero un poco temerosa del cuestionario. Me aclara que me responderá lo que se le ocurra y que tiene miedo de echar a perder la entrevista, cuando en realidad, su testimonio cautiva.

Ella, como muchas educadoras, se formó como una profesional sin reparos. Cada paso era una constante lucha por crecer bajo los principios inculcados por sus padres.

¿Considera que aquellos años de estudiante le premiaron del conocimiento para amar tanto lo que hace hoy?

“Desde que entré en la escuela primaria me enamoré de la Historia. A pesar de la situación económica que tenía mi familia, yo me eduqué en una escuela privada, con una beca que me otorgaron. Los directores del centro eran de pensamiento de izquierda, por ello los maestros inculcaban el amor a Cuba, a la Patria”.

Recuerdos de un período de gloria

Una de las etapas más ricas para la vida de Juanita Ortiz fue su vínculo con la Escuela  Formadora de Educadores de Círculos Infantiles (EFECI). Allí consolidó sus capacidades y aptitudes como educadora.

“Fue una etapa muy linda y enriquecedora. Fueron diez años que quedarán en mi memoria por el resto de mis días. Un período donde muchas personas reconocían la labor que allí desempeñábamos. Cada jornada aprendía de los estudiante y me obligaba a superarme para ser mejor maestra.

“Creo que  funcionó  mejor en aquel centro la relación, el vínculo y el respeto entre las alumnas y el colectivo de trabajadores. Nos identificaba la preparación y el propio amor que las estudiantes sentían por la carrera que habían elegido. Es una etapa que guardo con mucho cariño en un lugar especial de mi corazón y las alumnas recuerdan ese período con un sentimiento similar al mío”.

Dicen que todavía muchos de los educadores y estudiantes que allí se formaron mantienen la comunicación activa a través de grupos de WhatsApp, una vía para revivir cada momento.

¿Cuánto le ha aportado la presidencia de la Unión de Historiadores en Matanzas?

En 1986, Juanita Ortiz Ricardo, asumió la conducción de una nave llena de retos. Desde su fundación es la presidenta de la filial matancera de la Unión de Historiadores de Cuba. Varios resultados avalan el quehacer de una mujer entregada a la Historia de Cuba y la Universal.

“A mí me llamó el Partido y me planteó la tarea, me comunicaron que debía sustituir a Raúl Ruiz, una misión bastante arriesgada. Él era el padre de la historiografía matancera. Me preocupó la idea porque no conocía prácticamente a la provincia para asumir el reto, pero el equipo de trabajo me ayudó muchísimo.

“Cuando empecé en la UNHIC la membresía estaba compuesta por ciento noventa y ocho afiliados, ahora tenemos cuatrocientos veinte. ¿Qué nos identifica? Ese deseo de enseñar, investigar y divulgar la historia.

“El éxito de la Unión de Historiadores en Matanzas está en la labor que desarrollan sus integrantes y yo he estado frente a ellos. Hoy les puedo asegurar que no me ha sido difícil.

“A veces me pongo un poquito pesadita, porque quiero que todo sea perfecto. Aunque la perfección no existe, cada obra si puede ser perfectible y trato de hacerlo así. Treinta y cinco años dirigiendo la UNHIC en Matanzas es una labor que ha llevado entrega y amor.”

¿Cuál es el secreto de Juanita Ortiz para ser líder?

“Yo no encuentro el secreto, solo sé que les comento las actividades a mis compañeros y salen. Algo muy importante para mí es que siempre trato de ir delante, de dar el ejemplo. El ejemplo personal es lo que nos brinda la razón para exigir más y siempre lo he hecho así.

“No creo que sea líder, soy una más haciendo el trabajo,”  asegura.

A lo largo de su trayectoria laboral, su trato exquisito le han llevado a promover, además, las Relaciones Internacionales en nuestra provincia, tarea que desempeña desde el Gobierno Provincial de Matanzas.

¿Dirigir la escuela Vocacional de Matanzas cuánto exigió de ti?

“Período Especial, imagínate tú, (…) del año 1989 a 1995. Fue muy complicado, pero con unidad se logran las cosas. Tuvimos tres años buenos, pero ya el cuarto año sentía la necesidad que alguien asumiera la responsabilidad. No me sentía suficientemente capaz para asumir la tarea, no obstante, continué dos años más. Tanto así, que todavía me identifican como la directora del Período Especial. Fueron cinco años con un equipo de excelencia.

¿Cuánto cariño y respeto profesas al Gallego Fernández y Esteban Lazo?

Juanita fue Diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular, delegada de varios congresos del Partido y de la UNHIC, ostenta la Orden Lázaro Peña y la Distinción por la Cultura Nacional. Su vida ha estado llena de matices y amigos.

Poco habla de su estrecha relación con dos hombres que admira y respeta: el ya fallecido Gallego Fernández y Esteban Lazo Hernández. Por un momento permanece en silencio como mezclando sentimientos y emociones.

“Lazo fue mi secretario del Partido. Todos los meses visitaba a la EFECI, asistía a las actividades, incluso me decía lo que veía mal. Ante determinada situación me comentaba: -tienes una alumna en Calimete que quiere dejar la escuela, mañana tienes que decir qué vas a hacer- y me ponía la varilla bien alta.

“Mucho me aconsejó y en el aspecto político me enseñó a tratar la familia de los alumnos. En la vinculación con la comunidad estuvimos juntos en el Tercer Congreso del Partido Comunista yo sentada ahí al lado de él. ¡Qué orgullo ser parte de su vida!

“En el caso del Gallego Fernández fue mi Ministro y mi amigo. Incluso, después que yo pasé a trabajar al gobierno, él siguió llamándome a las 6:30 de la mañana para ver si yo continuaba llegando temprano al trabajo. ¡Qué detalle!

“Lo único que yo me reprocho en la vida es que Fernández, un día, me mandó toda la documentación para que yo hiciera un doctorado y dije que no. Yo perseguía mi sueño de ser educadora. Ha sido el error más grande que he cometido, no por el hecho de ser Doctora en Ciencias, sino por decirle que no, a Fernández.

“En los eventos me daba tareas fuertes como para medir mis capacidades. Su pérdida fue muy fuerte. Él junto a su esposa, Asela de los Santos, me ayudaron y formaron como directora de escuela.

“Recuerdo una anécdota muy graciosa de mi gran amigo el Gallego Fernández. Él llegaba a la escuela en cualquier momento. Mis alumnas eran preciosas, todas muy lindas,  la verdad. Cierto día las 510 estudiantes estaban formadas por la mañana y yo llegué. Acostumbraba a saludarles en la plaza en medio de la formación.

“Buenos días, cómo están mis niñas, están preciosas. ¿A quién se parecen ustedes así tan lindas? Y todas respondieron a coro: ¡A la directora! De pronto siento una voz que caía como plomo sobre mis espaldas: ¡Así que la directora de la escuela! Era Fernández, parado detrás de mí.

Mientras Juanita rememora aquella historia, ríe como una adolescente, toma un respiro y continúa.

La mejor paciente

El amor no se separa de la vida de Juanita. Lleva más de 50 años junto a su gran amor, Pérez Peña, como ella le nombra.

“Creo que todo lo que he podido hacer se lo debo al apoyo, a la ayuda que él me ha prestado como guía. Mi esposo es psiquiatra y dice que yo soy su mejor paciente. Quizás cuando lea estas líneas pueda reconocer mi agradecimiento por tantos años de comprensión, amor y compañía, aunque todavía nos quedan muchísimos años más juntos.

Esa relación le obsequió dos hijos y tres nietos, los mismos frutos que hoy le cargan las energías a Juanita. “Mis hijos son lo más sublime que tengo en la vida y mis nietos, que decir. No es que se quieran más, se quieren igual. Los nietos son el fruto de aquello que tú aportaste. Por todo ello soy una mujer dichosa.

La perseverancia en momentos difíciles

La lucha por la vida le caracteriza en esta etapa. Juanita es ejemplo de esas mujeres llenas de fortalezas que no abandona su pluma, aún en circunstancias difíciles.

“Yo no tuve mucho tiempo para asustarme con lo que me estaba pasando. Cuando me comunicaron lo que tenía lo asumí de tal forma que yo misma me sorprendí.

“¿Cuándo me van a operar? Muy pronto, -me respondieron. Es decir, casi al otro día estaba planificado todo. Pensé que tenía que seguir adelante. En mi trabajo dicen que yo soy muy optimista y ahora me he dado cuenta que parece que sí. Le tengo tanta confianza a la medicina cubana y por eso estaba tranquila.

“Hay que enfrentar la vida sin miedo. Muchas personas me aseguran que soy una guerrera y les digo que no. Yo soy una mujer cubana. Así me he sentido y me siento.

¿Cómo quieres que te recuerden?

“¿Y por qué tienen que recordarme? Acentúa su cuestionamiento como evadiendo la interrogante. -Porque queremos recordarte, -le respondo enamorándola con la mirada.

Bueno, si me quieren recordar que me recuerden dirigiendo una escuela, o en el gobierno hablando del Poder Popular. La huella que quiero dejar es el conocimiento de la Historia, que investiguen para que sepan por qué defendemos este país.

Para que en realidad conozcan por qué nos enfrentamos a lo que tenemos que enfrentarnos para que Cuba continúe siendo una patria libre. Mi patria, nuestra patria.

Karel Ricardo Roque )