VIH/SIDA: Una lucha continua en la salud pública

El VIH/SIDA ha sido una de las enfermedades virales más devastadoras y desafiantes que ha enfrentado la humanidad en las últimas décadas. Desde su aparición en la década de 1980, ha dejado una profunda huella en la salud global, así como en las comunidades y las vidas individuales afectadas por esta enfermedad.

El Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) fue identificado por primera vez en 1983, y poco después se descubrió que causaba el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). Desde entonces, se estima que más de 75 millones de personas han contraído el VIH en todo el mundo, y más de 32 millones han fallecido a causa del SIDA. Estas cifras son impactantes y nos recuerdan la urgencia y la importancia de abordar esta enfermedad de manera integral.

El impacto del VIH/SIDA ha sido especialmente significativo en regiones pobres, como el África subsahariana, donde se concentra la mayoría de las personas que viven con el virus. Las altas tasas de infección, la falta de acceso a servicios de salud adecuados y los desafíos socioeconómicos han contribuido a la propagación de la enfermedad en esta región. Sin embargo, el VIH/SIDA no se limita a una ubicación geográfica específica: afecta a personas de todas las edades, géneros, orientaciones sexuales y grupos socioeconómicos en todo el mundo.

A lo largo de los años, se han logrado avances significativos en la prevención y el tratamiento de esta enfermedad. Las terapias antirretrovirales han revolucionado el manejo de la enfermedad, permitiendo a las personas con el virus llevar vidas más largas y saludables. Además, se han implementado estrategias de prevención, como el uso de preservativos, la promoción de la educación sexual y la implementación de programas de intercambio de agujas para reducir la transmisión del virus.

A pesar de estos avances, el VIH/SIDA sigue siendo un desafío persistente en la salud pública de todo el mundo. La estigmatización y la discriminación asociadas con la enfermedad continúan obstaculizando los esfuerzos de prevención y tratamiento. La falta de acceso a servicios de salud adecuados, especialmente en comunidades marginadas, es otro factor que contribuye a la propagación del virus.

Nuestro país se mantiene entre los de más baja prevalencia de VIH de la región del Caribe y del hemisferio occidental, sin embargo, continúa siendo un problema de salud ya que se han diagnosticado con la enfermedad un aproximado de 26 952 casos. 

Según datos aportados por la web del Ministerio de Salud Pública cubano el 82% de los pacientes con la enfermedad tiene entre 20 y 54 años de edad y la tasa de mortalidad es de 17%.

Alrededor de 1 500 casos se diagnostican anualmente y existe una prevalencia de 0,4% (4 por cada 1000 habitantes), afirmó a la prensa cubana el Dr. Manuel Romero Placeres, jefe del Programa Nacional de VIH en el país. “Tenemos buenos resultados, pero aún nos queda mucho que hacer para la erradicación“, explicó.

Desde el año 2015, la Organización Mundial de la Salud certificó que Cuba había eliminado la transmisión de madre a hijo del VIH y la sífilis. Además, la mayor parte de las personas que viven con el VIH en nuestro país, no mueren de SIDA.

El especialista reconoce que las iniciativas adoptadas por el sistema de salud pública de Cuba han sido efectivas, destacando la de los servicios de salud diferenciados,”los cuales se han promovido en 30 municipios seleccionados para brindar una atención más integral a toda la población que vive con VIH o es vulnerable a contraer el virus.

“Esto ha sido posible gracias al fortalecimiento de los laboratorios, las consultas y la atención integral a las comunidades. Las acciones de prevención y la atención a las personas que viven con VIH, también han constituido pilares en el enfrentamiento a la epidemia”, concluyó.

La historia del VIH/SIDA es una poderosa lección sobre la importancia de la solidaridad, la empatía y el compromiso en la lucha contra las enfermedades virales. A medida que continuamos enfrentando este desafío global, es esencial recordar la importancia de la prevención, la educación y el apoyo a las personas que viven con el virus.