Fue en la secundaria precisamente donde choqué por primera vez con el padecimiento, cuando la mamá de mi mejor amiga enfermó y tuvo que operarse dos veces.
Luego, en la universidad, en clases de Publicidad de Bien Público, el profe nos proyectó un spot premiado en el Festival Internacional de la Creatividades Cannes Lions (que aúna a especialistas en diseño, marketing, publicidad y relaciones públicas), el cual mostraba a una mujer cubriéndose los senos cuando alguien de repente corría la cortina del baño, y una voz en off decía: “Si avergüenza mostrar dos, imagina una”. El material me pareció impactante.
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Con el paso de los años, la enfermedad golpeó a mi familia de manera sumamente dolorosa, y me hizo entender que, más allá de campañas y productos televisivos, todas (incluso todos, porque también puede padecerla el sexo masculino) somos vulnerables, y por tanto no podemos bajar la guardia.
Según confirma el sitio web del Ministerio de Salud Pública, solo en 2020 se detectaron 3 887 casos con el padecimiento en nuestro país, mientras que 1 714 personas perdieron la vida por esta causa.
Sin embargo, aunque ciertamente no siempre puede prevenirse, su atención temprana y tratamiento son factores determinantes en la batalla contra el flagelo.
La Organización Mundial de la Salud refiere que alrededor de una de cada 12 mujeres enfermará de cáncer de mama a lo largo de su vida, considerando entre los factores de riesgo sus antecedentes familiares, el uso abusivo de anticonceptivos orales, la menarquía precoz (primera menstruación) o menopausia tardía (pérdida de ella), la nuliparidad (mujeres que deciden no tener hijos), la edad madura en el primer parto, obesidad, alcoholismo y tabaquismo.
Cada 19 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama, identificándose con el lazo rosa, introducido por la fundación Susan G. Komen en 1990, cuando regaló gorras rosadas a sobrevivientes de dicha enfermedad que participaron en un maratón de Estados Unidos.
De ahí que a octubre se le conozca como “mes rosa” y en su transcurso se busque visibilizar las causas, medidas de prevención y la importancia de una detección temprana de la enfermedad que cada año ocasiona el fallecimiento de más de 450 mil personas en el mundo.
Los especialistas consideran el autoexamen de mama como una de las acciones de control para prevenir la enfermedad, pues propicia que un elevado número de mujeres asistan a consultas tras detectar nódulos.
Es importante, ante la primera señal de alarma, vencer miedos y acudir en busca de ayuda, porque en la prontitud está parte del éxito en esa batalla.
La mamá de mi amiga de secundaria es una sobreviviente. 30 años después tiene una excelente calidad de vida, al igual que mi abuela, quien enfrentó la enfermedad con cerca de 80 años y ya de eso hace una década.
No todas las historias tienen por qué ser fatales, como la de mi tía. Pintémoslas con el rosa de la prevención, y hagamos que todos los meses sean un octubre.