El próximo 26 de marzo los cubanos acudiremos nuevamente a las urnas. Lo hemos hecho en los últimos seis meses con bastante frecuencia. En septiembre de 2022 para aprobar el Código de las Familias y luego durante el proceso para elegir a los delegados de las circunscripciones, la base de lo que será la dirección del país para el próximo lustro, representada en la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) y el Consejo de Estado.
Se perciben así síntomas latentes de la democracia participativa que caracteriza al sistema electoral cubano, aunque muchos sostengan lo contrario y algunos, cada vez que se acerca este tipo de procesos, se empeñen en desvirtuar su esencia y convocar a la abstención.
Parten del hecho de que en Cuba existe un solo Partido; sin embargo, no es esta fuerza política quien nomina. En la Isla todos tenemos derecho a elegir y ser elegidos para ocupar un puesto en este órgano, así lo establece la ley. Mas, serán los méritos, valores y prestigio social la garantía para ser propuestos.
Por eso el parlamento cubano puede y debe estar compuesto por la diversidad y pluralidad presente en la sociedad actual. Allí, sin dudas, estará el maestro que pierde el sueño cuando un alumno no asiste a clases, el obrero que no para hasta que eche a andar la fábrica, el médico, el estudiante, el periodista, el deportista, el cooperativista, la mujer, el hombre…
Ahí estará el delegado de mi circunscripción o el de la tuya y el que propusieron en los diferentes plenos de las organizaciones de masas que conforman nuestra sociedad civil. Pero para que la voluntad del pueblo se escuche y materialice debemos ser entes activos dentro del proceso electoral, o sea, nominar, proponer, elegir.
Quienes piensan que no votando hacen un daño real al sistema cubano, no consideran que se privan de ejercer un derecho constitucional y un deber cívico, además de abstenerse de participar en la conformación de las estructuras que dirigirán al país durante los cinco años venideros.
Renuncian también a la posibilidad de formar parte de la construcción colectiva de la agenda económica, política y social de la nación. De seleccionar a quienes decidirán mañana las estrategias a seguir para enfrentar la crisis tan difícil que enfrenta el país o las medidas para desarrollar la agricultura, el turismo o la biotecnología, por tan solo citar algún ejemplo.
Y ahí radica, para mí, la trascendencia de acudir a las urnas con plena responsabilidad y decidir mediante el voto libre, igual, directo y secreto a quienes queremos que nos representen como pueblo y se encarguen de expresar nuestra voluntad soberana.
De ahí la necesidad de seleccionar a los más capaces para identificarse con los problemas que laceran hoy a la nación, con sus sueños y aspiraciones, y anden de la mano junto a su gente para acompañarlos en la construcción de un proyecto de país mejor.
Recordemos que la ANPP es, además, el único órgano con potestad constituyente y legislativa del país, por lo que asume importantes funciones como aprobar, modificar o derogar las leyes, discutir y aprobar el presupuesto del Estado y controlar su cumplimiento, y ejercer la más alta fiscalización sobre los órganos estatales, entre otras cuestiones.
El 26 de marzo nuevamente se abrirán las urnas. Otra vez en nuestras manos estará la oportunidad de decidir quiénes conducirán al país en los próximos años. Votemos con responsabilidad y civismo.
Caricatura por Miguel Morales Madrigal