Llega ataviada con estetoscopio, oxímetro y amor a la sala de respiratorio del quinto piso del Hospital Mario Muñoz Monroy de la ciudad de Colón. Su amor por la medicina le hizo soñar desde pequeña con la pediatría, y 18 años después vive para entregar amor y esperanza a muchas familias.
Marister Juara Espinosa sana con conocimientos y amor, así lo he constatado en muchas ocasiones cuando he acudido a ella con mis hijos enfermos. Pero no podía ser de otra forma, porque cuando se ama la profesión que se ejerce, salen a la luz las mejores virtudes.