Una gran variedad de sonidos se mezcla a diario con la cotidianidad. El respeto al oído ajeno casi brilla por su ausencia y aunque muchas personas emiten quejas sobre el tema, es pobre la conciencia ciudadana sobre la necesidad de evitar la contaminación sonora.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los límites sonoros aceptables son de 65 decibeles por el día y 55 por la noche. Aquellos que se emitan por encima de estas cifras, impactan de manera negativa en la salud, provocando múltiples alteraciones al organismo.