El siete de diciembre de 1989, hace 32 años, culminaba la Operación Tributo, iniciada la víspera, con la inhumación de los restos de los combatientes cubanos caídos en misiones internacionalistas en África, en el suelo sagrado que los vio nacer y los esperaba con intenso sentimiento.
Durante la jornada anterior el pueblo cubano había rendido homenaje en capilla ardiente a los vestigios de los dos mil 085 héroes acogidos finalmente en brazos de la Patria, orgullosa y conmovida. Tanto en los cementerios como en los velatorios la presencia de familiares y compatriotas había sido masiva en esa Operación, que se desarrolló en todo el país.
“…De Angola nos llevaremos la entrañable amistad que nos une a esa heroica nación y el agradecimiento de su pueblo y los restos mortales de nuestros queridos hermanos caídos en el cumplimiento del deber…”, había enunciado el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Ministro de las FAR, el 12 de diciembre de 1976.
Esa verdad era algo que el propio Comandante en Jefe Fidel Castro también había confirmado ante el mundo. La palabra dada por los dirigentes de la Revolución se convirtió desde entonces en un compromiso sagrado que pudo cumplirse al término de la guerra librada por Angola con la cooperación invaluable de Cuba, lo cual posibilitó la proclamación de Angola como nación libre y soberana en 1975 y mucho más.
Tras 13 años de ayuda material y humana y participación activa en los escenarios de combate, Angola fue venciendo a sus enemigos internos y externos, apoyados por mercenarios y potencias neocoloniales. La impronta de la isla caribeña fue solidaria e incondicional al mismo tiempo en otros múltiples terrenos.
Y con los Acuerdos de Paz de 1988, la independencia de la austral Namibia y el desmontaje del oprobioso régimen del Apartheid en Sudáfrica, gracias a la decisiva contribución de Cuba, se dieron las condiciones para el retorno de las tropas cubanas a su tierra, junto a los restos de los amados compatriotas muertos en combate.
Sin embargo, aunque la isla retiró los destacamentos de tropas regulares que a solicitud del presidente Agostinho Neto cooperaron con la justa causa de la independencia de los angoleños, no abandonó a su suerte al hermano pueblo, que siguió necesitando colaboración en terrenos como la economía, la educación y la salud pública, por solo citar algunos campos.
Volviendo a la Operación Tributo, era un sagrado deber y fue posible debido a un trabajo esforzado y especializado en el que participaron investigadores del Instituto de Medicina Legal, a cargo de la identificación y preparación de las reliquias de los combatientes en el Cementerio de la Misión Militar Cubana en Angola.
Luego fueron trasladados a suelo patrio en una misión concebida al detalle que incluyó la ejecución de 204 tareas civiles, entre ellas los Panteones de los Caídos en misiones internacionalistas acondicionados en cada uno de los municipios del país.
No por casualidad se escogió el siete de diciembre, fecha de la muerte en los campos de batalla de Punta Brava del Lugarteniente General Antonio Maceo y su ayudante Panchito Gómez Toro, durante heroicas jornadas de la campaña del 95.
Las reliquias de los héroes fueron sepultadas a la misma hora en la mañana de ese día en 1989, con todos los honores merecidos en los 169 municipios.
Antes se les había rendido honores durante los velatorios en capilla ardiente con la participación de familiares, allegados y la masiva afluencia del pueblo cubano, sobre todo los afiliados a los CDR, FMC, organizaciones estudiantiles y las Milicias de Tropas Territoriales.
Cierto es que fue una hora dura y enlutada que la población supo transformar como otra tantas veces en orgullo por sus hijos, y en mayores convicciones y respaldo a la causa noble que defiende, consciente de que ser internacionalista es saldar una deuda con la humanidad.
Los cortejos fúnebres también rindieron homenaje y sepultura a mártires que ofrendaron su vida, por la misma causa, en otros territorios como Etiopía y Nicaragua.
En lo que respecta a los caídos en los dominios angoleños, en toda la campaña (1975-1991) perecieron en combate dos mil 398 hijos de esta tierra que viven en los corazones de los familiares y del pueblo.
Hoy, miles de cubanos piensan que nunca hubieran crecido tanto en lo moral ni en el espíritu revolucionario de victoria sin esa entrega y experiencia de valentía, de espíritu de solidaridad, y sin consagrarse en el altruismo y en la lucha contra las fuerzas imperialistas e invasoras, en Angola y otras regiones del planeta.
Una lección al mundo también se dio cuando la nación africana pudo continuar su camino segura de sí misma y en condiciones independientes. Fue como si la esclava Carlota, cuyo nombre se tomó como símbolo de las hazañas de los cubanos, diera una tremenda bofetada a sus esclavizadores, allá en el lejano siglo XIX cubano en que nació y luchó con bravura.
También, muchos buenos connacionales no han podido dejar de apreciar los nexos entre el Día de Duelo Nacional, como señalara Fidel, y el rescate que de los restos del Titán de Bronce y de Panchito Gómez Toro hiciera una pequeña tropa de mambises habaneros comandados por el coronel del Ejército Libertador Juan Delgado.
Los cadáveres de Maceo y Panchito tuvieron que ser enterrados bajo una conjura de silencio en la finca La dificultad, propiedad de la familia de Juan. Los restos no pudieron ser exhumados para luego darle sepultura digna hasta el año 1899, después de finalizada penosamente la Guerra del 95, con la malhadada intervención estadounidense.
En aquella ocasión también los combatientes libertarios y el pueblo cubano rindieron tributo a los dos héroes de la Patria. Gloria a los cubanos que ofrendaron lo mejor de sí para una causa justa.(Portal Cuba Sí)