
En la ciudad de Colón, hombres alumbrados por las luces de un tractor tienen cómo cómplices la madrugada. Apenas sienten el frío, el trabajo los mantiene activos. Tratan de enmendar las huellas que afean esquinas, aceras y calles; los detestables “piques de basura” dónde la suciedad y fetidez se dan la mano.
¿Qué fácil es ensuciar lo que otros limpian verdad? Cuestionados y a veces con razón por la calidad del trabajo , estos hombres merecen más consideración y respeto por lo que hacen a deshoras y con pocos recursos.
Pero que distinto si todos cooperaran o por un día se pusieran en su lugar. Entonces la sensibilidad posiblemente saldría y lo pensáramos mejor antes de ensuciar esta urbe que pide ” Mantén Limpia Mi Ciudad” cada día para foráneos y pobladores.