Francia fue sede, en 1867, de un singular evento mundial: la Exposición Universal de París. Cuba participó en ese certamen y Matanzas tuvo una amplia representación.
La Exposición Universal en París se inauguró oficialmente el 1 de abril de 1867 y se clausuró el 31 de octubre. Fue una demostración de grandeza por parte del emperador Napoleón III y se desarrolló en un gigantesco edificio ovalado construido en los campos de Marte.
Como parte de la sección española, Cuba envió numerosas muestras de recursos naturales y productos de su economía. Matanzas figuró de forma brillante en el evento.
La principal representación matancera la ostentó el naturalista Francisco Jimeno. Dentro de los fósiles cubanos presentados estuvieron dos ejemplares de erizos del género Asterostoma de su colección, que fueron estudiados y clasificados como especies nuevas para la ciencia.
A los visitantes les llamó la atención su colección de maderas, formada por 199 piezas. Además, aportó 25 ejemplares de peces, 30 de esponjas, la fotografía de una madrépora encontrada de la bahía de Matanzas y varios ejemplares de moluscos marinos.
También expuso su herbario, con 2500 especies de plantas cubanas y un muestrario de 71 ejemplares de plantas textiles y diez de lanas vegetales. Estos obtuvieron una mención honorífica.
El naturalista alemán Juan Cristóbal Gundlach, radicado en Matanzas y emisario del gobierno español en la Exposición, presentó siete colecciones completas de animales de Cuba. Fue premiado con una medalla de plata.
Una amplia gama de productos químicos y farmacéuticos, entre los que sobresalía su célebre vino de zarzaparrilla, fue enviada por el boticario Ambrosio Sauto. Además, expuso objetos naturales con aplicación en la farmacia y cincuenta y cuatro ejemplares de frutas cubanas imitadas en cera.
El químico matancero Joaquín Barnet presentó 15 muestras de féculas obtenidas de frutos y raíces de plantas cubanas. Mientras que José María Morales mostró ron y aguardiente de los alambiques de San Luis.
Manuel Santos Parga, descubridor de las Cuevas de Bellamar, envió un ejemplar de estalactita cristalizada de ese lugar emblemático de la ciudad. También los Escolapios de Guanabacoa, en su colección de rocas, incluyeron una de cal carbonatada romboédrica procedente del mismo sitio.
Entre las publicaciones expuestas estaba el primer número del Anuario de la Sección de Ciencias del Liceo Artístico y Literario de Matanzas, editado en 1866. También los libros Historia de la conquista de la Habana (1856) e Historia de la isla de Cuba (1865-1866), en dos tomos, de Pedro José Guiteras.
Fueron admirados productos de varios ingenios azucareros matanceros. Entre ellos el Ácana, que obtuvo medalla de oro. También los ingenios Babiney, reconocido con medalla de bronce; Nuestra Señora del Carmen y Teresita. Llamaron la atención, además, los planos de los ingenios Socorro, Alcancía y Las Cañas.
Esta última fábrica, junto a su dueño Juan Poey, fue protagonista en la Exposición. Entre los varios productos obtenidos en Las Cañas que se exhibieron estuvo una muestra de fécula de maranta, semillas de indigofera, colmenas y bolsas de miel, además de ejemplares de cañas de azúcar.
Igualmente, se expusieron naranjas y toronjas cosechadas en ese ingenio, que obtuvieron medalla de plata. Por último, también se presentó una colección metódica de productos y procedimientos de fabricación, que fue galardonada con medalla de oro. (ALH)