Sancho: 15 años con un pincel

En la matancera Oficina del Conservador hay un espacio donde nace el arte. Allí, frente al majestuoso Sauto, al lado de Ediciones Vigía y a escasos metros del San Juan, entre edificaciones que inspiran y transeúntes que corren, desbordantes de colores e ignorantes de bullicios, pincelada a pincelada se erigen obras y desarrollan sueños: los sueños de Adrián Gómez Sancho.

En la galería-estudio-taller (porque es un poco de todo), hasta los rincones se aprovechan. Lo mismo rozas con un caballete, una obra en montaje, que te sorprendes con la vista clavada en uno de los muchísimos lienzos que forman parte de la decoración.

“¿Qué cómo Sancho llega a las artes plásticas? Creo que desde que estaba en el vientre de mi madre, que al nacer ya venía con un pincel o quizás un carboncillo, con la creatividad de un niño que espontáneo dibuja lo que desea con toda la libertad del mundo”, asegura el artista de sólido andar por las artes visuales.

Adrián Gómez Sancho junto a su arte

“Recuerdo que de pequeño siempre me llevaban a círculos de interés, talleres de creación y apreciación, a pequeños espacios donde hacían arte en la ciudad. Ha sido muy especial la consagración y que mi familia crea en mi obra y en mí. En el 2009 culminé estudios en la Escuela de Instructores de Arte de Matanzas. Por ese entonces venía desarrollando una serie de muestras y salones que se hacían en la escuela, incluso, con carácter competitivo. Pasé algunos cursos de pintura y dibujo en La Habana.

“Fue en el 2011 cuando logré mi primera muestra personal, justamente en la capital del país, en la Asociación Yoruba de Cuba. A esta siguieron exposiciones colectivas, y comenzó así este recorrido que suma 15 años el próximo 20 de octubre”.

Un Veiltail azul sobresale entre tonos ocres, la silueta de un toro se alza en otro lienzo, mientras que, un poco más a la esquina del local, crestas simulan gallos como traducción de lo más autóctono de nuestras tradiciones. La iconografía no resulta novedosa. El bestiario se ha convertido en el sello de las creaciones de Sancho.

“Soy de los artistas que gustan de explorar todas las modalidades desde la creatividad. Me desarrollo mayormente en la pintura, el dibujo, también he incursionado en el diseño gráfico, la instalación y la escultura, y me identifico con la música, la sociedad, con esas problemáticas que nos asisten como seres humanos y que de alguna manera son reflejadas en mi obra. La cubanía está muy representada en mis creaciones.

 

 

“Con Ediciones Vigía he tenido la oportunidad de ilustrar: revista, plaquette, pergamino… Pienso que debo seguir explorando e interactuando con las nuevas tendencias en el arte. Me cautiva todo lo que se puede hacer desde las artes visuales: los defectos convertidos en efectos, la espontaneidad y lo que pueda aprovecharse en ese espacio a veces reducido, a veces de gran formato, las historias que se puedan tejer, la amalgama hilvanada a partir de elementos, símbolos y personajes.

“En ocasiones mezclo muchísimas técnicas en una sola pieza, como el acrílico, carboncillo, el óleo y el óleo pastel. A ella le inserto elementos u objetos de nuestra cotidianidad, entre ellos la moneda cubana, que interactúa de una forma muy conceptual con los personajes de la propia obra, y la herradura, un símbolo muy citadino y muy cardenense, mi ciudad natal”.

 

 

En la plaza Vigía el ajetreo es constante. A través del cristal se divisan turistas que se toman instantáneas en su paso por la Atenas de Cuba, y de vez en cuando una sirena proveniente del museo cuartel irrumpe la tranquilidad. Pero a Sancho no le desconcentran las alarmas ni las voces elevadas, aunque la vista por minutos pueda escapar hacia la infinidad. Si ha podido crear obras en peñas cardenenses, cómo no hacerlo en aquel recinto tan suyo, tan lleno de arte.

“Soy un pintor de estudio, pero muy relajado a la hora de compartir y pintar en público. Tengo la experiencia en diversos escenarios, desde pintar con música, con artistas tocando en vivo, hasta eventos pictóricos que se hacen al aire libre.

“Falta muchísimo más por aprender, estudiar y pintar. He participado en más de 20 muestras y 100 proyectos colectivos, lo que me ha traído agasajos. “Solemos decir que no trabajamos para premios, pero se siente bien cuando los recibimos, porque constituyen el reconocimiento a nuestro quehacer, el cual siempre está cargado de sacrificios.

 

 

“He tenido el apoyo de instituciones, amigos, familia, la credibilidad de los críticos de arte, que también aportan ese grano de arena fundamental para legitimar nuestra obra. Gratitud total a los que han ayudado a mi inserción en este panorama artístico”.

Salir del local de Sancho pesa, sobre todo sin llevarse un pedazo de su arte, de sus trazos que denotan perfección y de la maestría lograda tras 15 años de entrega. Apenas pasa los 30 años de edad y ya su obra no conoce de límites. Lo mismo inaugura en la Pedro Esquerré su Bestiario, el gesto infinito que Reflejos humanos, junto a Claudia Padrón, en la Fundación Lorenzo Padilla en Courtenay, Francia. “La mejor obra pintada siempre digo que es la que está por nacer, y en mí siempre está el deseo de crear. Cuando la musa toque a la puerta, como diría Picasso, prefiero que me encuentre trabajando”.(Periódico Girón)