“Mi vida es venir todos los días al círculo infantil”

Ser educadora de círculos infantiles es para Laura la Rosa León el centro de su vida misma. Para esta joven de 25 años, emprender cada día el camino desde el Consejo Popular de Ceiba Mocha hasta el círculo infantil Ismaelillo, del reparto Armando Mestre, en Matanzas, es un aliciente que la inhibe de cualquier problema personal.

Graduarse de esta especialidad fue una meta lograda tras muchísimo esfuerzo, pero que hoy rememora orgullosa por lo alcanzado. Cuando en tercer año de su especialidad salió de licencia por su embarazo, tuvo que dedicar llargas horas al estudio, pero gracias al apoyo familiar, relata, y en especial al de su padre, consiguió terminar la carrera.

 

“Siempre me gustaron los niños y sabía desde pequeña que quería dedicarme a trabajar con ellos. Aquí siento que me transmiten mucha energía, sinceramente me alegran los días.

“Este ha sido mi único empleo, desde que en 2018 con 19 años me incorporé y me siento muy satisfecha hasta el momento. La experiencia en este lugar ha sido excelente, he aprendido muchísimo y actualmente trabajo con segundo y tercer año de vida, que son los niños que recién se incorporan”.

 

A esta primera etapa, difícil para todos según Laura, por el apego de los más pequeños y sus padres, dedica su día, entre títeres, canciones y llantos que se calman cuando la “seño” llega y comienza el juego.

“Ellos me enseñan nuevas formas de querer”, dice, con la mirada encendida, la madre adolescente que vivió junto al inicio de su vida laboral el mismo proceso que hoy lidera en esta institución.

 

“Hay cosas que en el día a día te incomodan o te deprimen, pero llegar aquí y verlos nos cambia el ánimo definitivamente”, confiesa.

En medio de una era digital donde se aprecia, cada vez en edades más tempranas, el impacto de las nuevas tecnologías, Laura apuesta, de acuerdo con lo establecido por el sistema de enseñanza, por aprovechar su uso en función del estímulo, tan importante en estas edades.

 

“Aquí utilizamos la música o los audiovisuales, pero siempre en función de motivar y estimular a los pequeños. Esto también es algo que incluimos en las actividades conjuntas con los padres, para que sea un proceso integral.

“En esos espacios que se realizan entre las educadoras y los padres, intentamos hacer que el proceso de adaptación sea lo más tranquilo posible, a pesar del apego que tienen en esa edad los pequeños a sus padres y viceversa.

 

“Desde nuestra área intentamos formar valores e instruir a los niños en los juegos de roles; es decir, mediante este tipo de actividades, en las que aplicamos también la perspectiva de género, los vamos familiarizando con las tareas cotidianas. Además de crear en ellos disciplina, rutinas de aseo y alimentación, etc., disfrutamos mucho esta parte de ir formando sus intereses, de guiarlos utilizando también las nuevas tecnologías”.

 

En medio de catres, juguetes de papel maché y sillas en miniatura, transcurren los días para esta joven que visualiza su futuro en esta profesión.

“Me gustaría seguir aprendiendo, hacer la licenciatura, pero siempre dedicarme a los niños, ese es el futuro que imagino».