Reconstruirte

Cuando menos lo esperas te sorprende la felicidad. Descubres tras un rostro desconocido que la vida sonríe de nuevo. Regresa la magia y vuelves a ver el color del cielo y a sentir el olor a salitre como la primera vez que te llevaron de pequeña a la playa.

De repente frente al mar se aclaran todas las dudas y se disipan los miedos. Desandas descalza la arena y sientes por fin que estás a flote, que el aire te vuelve a alcanzar, que el barco hundido emerge, despacio, pero seguro.

Nuevamente llega la ilusión y se aloja en un rinconcito del pecho. El pelo se te envalentona al viento y empieza a tener sentido el llevar los labios rojos y sientes que te abraza una fuerza desde adentro.

De pronto te descubres feliz viendo que el horizonte es inmenso y por tanto las oportunidades infinitas. Te sientes con la libertad del océano y la seguridad de las olas que rompen y regresan, con más fuerza, para volver a mojarte los pies.

Comprendes que ir paso a paso juntando conchas y caracolas puede ser una muy buena manera reconstruirte y recomenzar.

Vuelven de sopetón todas las mariposas a tu estómago. En ese momento cuando descubres que te duelen los cachetes de tanto reír entiendes que perder puede ser una excelente manera de recuperarte a ti misma y ver que la mujer que se refleja en el agua se vuelve a parecer a la que eres.

(Liannys Díaz Fundora, TVYUMURÍ)