Cuando llegué descalza de conocimiento a sus caudales, fui sorprendida por tanta grandeza. Me deslumbraba la idea de saber que fue un genio desde niño. Pocos nacen en el mundo con la destreza de su pluma y las virtudes de su corazón.
Ese hombre nació un día como hoy, hace 171 años. La calle Paula, en su Habana natal, se vistió de alegría aquel 28 de enero para acunar en su regazo a quien sería el más grande pensador cubano de todos los tiempos.
Nuestro Héroe Nacional puso en los hombres todas sus esperanzas. No se equivocaba Cintio Vitier al expresar que fue Martí “una criatura moral sin mutilaciones y sin deformaciones, que supo asumir armoniosamente la totalidad de la imagen humana y proyectarla como paradigma salvador”.
Predicó la necesidad de llevar a cabo una guerra sin odio y la importancia de la unidad como factor esencial para el logro de la victoria. Forjó con su ejemplo el camino que siguieron más tarde los jóvenes de la Generación del Centenario, el mismo que hoy recorre la Cuba que tanto soñó.
Sufrió los horrores del presidio político, las maldades de la colonia y la tristeza del exilio. Anduvo por el mundo, pero el dolor de ver a su patria esclava lo hizo prisionero de un luto perenne.
Esta mañana Cuba festeja su cumpleaños. Porque el Apóstol de la Independencia vive en cada niño, en cada intelectual, en el pueblo por el que ofrendó tempranamente su vida.
Las calles de la Patria se inundan de pioneros y jóvenes, todos celebran el nacimiento de un hombre excepcional. Pero el verdadero homenaje no culmina con la marcha de las antorchas o el desfile de los pioneros. La fiesta más grande se celebra en nuestros corazones, por el inmenso orgullo de ser martianos.
( : Kaloian Santos Cabrera)