Frankenstein y el mito de la creación

 A más de dos siglos de su publicación, Frankenstein, de la narradora británica Mary Shelley, obra precursora del género de la ciencia ficción, perdura hoy como una de las novelas más conocidas de la literatura universal.

Frankenstein o el moderno Prometeo, titulo completo de la obra, fue publicada en 1818, pero la idea comenzó a gestarse en 1816, a partir de un concurso literario propuesto por el escritor británico Lord Byron cuando se encontraba con unos amigos en la Villa Diodati en Suiza.

Según la historiografía, el creador les propuso a sus acompañantes Mary Goodwin (nombre de soltera de la autora), el poeta Percy B. Shelley, John Polidori y Claire Clairmont (hermanastra de Mary) que cada uno escribiera un relato de terror.

De los cuatro, solo Polidori completó la historia, presentando El Vampiro, la historia de un seductor aristócrata que deja sin sangre a todas las mujeres que caen en sus redes, antecedente del Drácula de Bram Stoker, pero Mary tuvo una idea que luego se convertiría en un referente de la novela de terror gótico.

La obra tuvo tres versiones, la primera escrita en 1816, la segunda, fechada en 1817, contó con la colaboración de su marido Percy Shelley y fue la publicada el 1 de enero del año siguiente, y la tercera y última en 1831.

El drama se centra en Víctor Frankenstein, un joven científico que crea a una criatura a partir de restos humanos, de apariencia monstruosa, al cual luego rechaza y abandona.

Esta busca a su progenitor para que repita el experimento y le otorgué una pareja, sin embargo, el joven se niega, lo que provoca que su creación empiece a perseguirlo y torturarlo, responsabilizándolo de su infortunio.

Nacida durante el periodo de la Revolución Industrial en Inglaterra, Frankenstein toca temas tales como la moral científica, la creación y destrucción de vida, la relación con Dios y la búsqueda de la identidad, creando paralelos entre el científico y el mito griego de Prometeo, de ahí el subtitulo que acompaña a la obra.

La novela también dejó una huella en el cine y en el arte, cuyas piezas intentaron capturar la atmósfera creada por Shelley.

El filme Frankenstein (1931) configuró la figura que todos conocen hoy del monstruo: su cabeza cuadrada, su color anti realista, los tornillos en su cuello y el andar complicado.

El actor británico Boris Karloff fue el encargado de darle vida a la criatura, papel que repetiría en La novia de Frankenstein (1935) y El hijo de Frankenstein (1939).

Desde entonces, la obra ha sido fuente de inspiración para diversos cineastas. El director mexicano Guillermo del Toro inició el rodaje de una nueva película del personaje para la plataforma digital Netflix, con los actores Oscar Isaac, Andrew Garfield, Christopher Waltz y Mia Goth.

Lo escrito por Mary Shelley en Frankenstein está tan vigente hoy como en el momento de su publicación, una advertencia clara sobre los peligros de la creación descontrolada, la arrogancia, el complejo de Dios y de los dilemas éticos que esto puede traer.(Prensa Latina)