Aunque la comparación parezca traída por los pelos, nada más lejos de la verdad, porque existen similitudes entre ambas selecciones y la pasión surge como el elemento común capaz de vigorizar los sueños.
Toca recordar: la albiceleste cedió en su debut en la lid futbolística, comandó su grupo después de renacer cual ave Fénix y superó a Australia (4-3) en el primer partido de eliminación directa, algo similar a lo vivido por la «Johnsoneta», como también nombran a la escuadra antillana.
Algunas injustas, otras lógicas, la tropa de la isla soporta cientos de críticas y carga una presión incluso extradeportiva, un escenario cercano -cada cual con sus matices- a lo sufrido por Lionel Scaloni y los suyos.
Por demás, el aliento de la afición es digno de admirar, si bien el plantel caribeño no cuenta con 40 o 50 mil de sus paisanos en las gradas como los tuvo la «Scaloneta» en el Estadio Lusail en suelo arábigo.
Sería ideal esa presencia, claro, pero la vibra positiva se palpita en Asia, como si estuvieran aquí, en el Tokyo Dome, e hicieran suyo el mítico coro: «Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar…», porque el amor por el béisbol deviene sentimiento patrio.
A miles de kilómetros de distancia, leer las redes sociales demuestra el respeto profesado a un equipo histórico, conformado entre aplausos y rechiflas de hinchas y detractores, en ese orden.
Ahora, los ángeles custodiarán a los «héroes» de Cuba en su viaje hacia Miami, Estados Unidos, sede de la antesala de la gran final del WBC 2023, evento que esperó seis años para darle brillo a su quinto calendario a causa de la pandemia de la Covid-19.
Empero, el tiempo curó las heridas y el presente deviene torrente de emociones, sea cual sea el destino, porque ya lo dijo Lionel Messi: «Estaba esperando este momento»; entonces, hagan de ustedes la frase del genio y griten alto: «quiero ser campeón mundial».(Prensa Latina)