Desde la infancia Cuétara fijó el rumbo hacia un viaje de exploración de sentidos, estética e identidad que lo llevaron a descubrir sus inquietudes entre paisajes y abstracción, con sus claroscuros y diversidad de formas.
Según confesó el artista a Prensa Latina, nacer en un pueblo (Palenque) de Consolación de Sur, en la occidental provincia de Pinar del Río, devino elemento esencial para recorrer el mundo creativo, primero construyendo sus propios juguetes y luego imaginando escenarios desde su casa rodeado de vegetación.
En el Palenque, Cuétara encontró “el amor por lo tridimensional y el gusto por aquellos colores maravillosos de esa naturaleza y sus aromas en cada amanecer”, mientras sus viajes a la ciudad le ofrecieron una perspectiva diferente y extendieron sus horizontes.
“Así comienzan mis primeros garabatos como un juego de infancia, de dibujos en la tierra y de mundos fantásticos en la arena, el patio de la casa se convertía en el escenario de mi imaginario mágico donde todo encuentra una armonía”, apuntó el también escultor nacido en 1967.
Licenciado en Educación Artística del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, Cuétara exhibe una prolífica trayectoria.
De ello dan fe una quincena de exposiciones personales, decenas de muestras colectivas en España, Estados Unidos, Corea del Sur, Panamá, México y Colombia, entre otras naciones, mientras su obra permanece en colecciones privadas en varios países.
El trayecto desde la etapa de estudiante hasta la actualidad estuvo marcado por “descubrimientos y conocimientos, utopías, amores y familia”, recordó el creador, al tiempo que destacó la presencia insustituible de su compañera de viaje, Alicia de la Campa Pak.
Aliada de aventuras en la vida y la creación, “comenzamos sembrando y posteriormente germinando proyectos que forman el mapa de las huellas al andar por este difícil pero insustituible camino de la creación plástica y sus laberintos que van conformando la obra”.
El siglo XXI constituyó una ventana a nuevos estilos, la obra paisajística mutó a otras vertientes hasta integrar colecciones literarias de gran relevancia en la isla, como La pintura Abstracta en Cuba: 100 Artistas Abstractos Cubanos y La Abstracción en la Pintura Cubana: 126 Pintores Cubanos Abstractos, no figurativos, no objetuales: Tomo II, de Luis García Peraza.
En efecto, “mis comienzos fueron en el paisaje, género que cultivo hasta hoy y la abstracción brotó orgánicamente en mis lienzos a raíz de un viaje para una exposición en México en el 2003”, y luego se nutrió del propio trabajo, intercambios con creadores y otras expresiones artísticas como cine, teatro, literatura y danza.
“Te sumerges hasta las profundidades un sueño, es un amanecer diario, conectas con el pulso de la vida que descubres en ese andar, en esa deliciosa batalla que es la creación, todo eso compartido con mi cómplice: Alicia”.
Precisamente, ese viaje de exploración ha llevado sus lienzos a importantes escenarios del arte contemporáneo en la nación caribeña como media decena de ediciones de la Bienal de La Habana, la cual acontece hasta el 30 de abril.
Asimismo, Cuétara se define como un fiel defensor de la identidad cubana, su sello está presente en cada pincelada porque “soy cubano y vivo en Cuba, por mis orígenes, por formar parte del caudal de esta ciudad (La Habana) que me acogió como un hijo, somos de dónde venimos y ahí están nuestras raíces: un arcoiris de colores”.
En ese sentido destacan las exposiciones personales Constructos imaginarios, Ciudad Reinventada, Un lugar en el mundo o Contrapunto, realizadas en la última década, así como Para alzar el vuelo, Encuentro, Ars longa, vita brevis, Huellas sobre la Ciudad y 500 x 500, dedicadas a la capital de la isla, fuente de inspiración de múltiples proyectos.
Desde la urbe habanera, que lo acogió y seduce con cada golpe de las olas en el malecón, Cuétara continúa su viaje, para seguir descubriendo los laberintos ocultos en un lienzo en blanco.(Prensa Latina)