Cuba sin cuota azucarera, pero sin amo

El 28 de junio de 1960, el Gobierno de Estados Unidos privaba a Cuba de su cuota azucarera, lo que constituyó prácticamente el inicio de una guerra económica contra este país, la cual aún persiste y se refuerza.

Expertos coinciden en que con esa medida la nación norteña aspiraba a asfixiar la economía de la isla, cuyos ingresos dependían mayoritariamente de la exportación de su azúcar al poderoso vecino.

La respuesta a tal arbitrariedad no se hizo esperar, pues poco después el máximo líder de la Revolución, Fidel Castro, en una concentración popular reiteró la actitud del gobierno y el pueblo cubano, al manifestar que aunque Estados Unidos suprimiera la cuota, no podría jamás poner a la nación de rodillas.

El Comandante en Jefe concluiría sus palabras invocando los versos del prócer de la independencia de Cuba, José Martí: «Yo quiero cuando me muera, sin patria pero sin amo… Y nosotros (frente a esa medida coercitiva) podemos decir: ¡Sin cuota, pero sin amo!, exclamó.

ALGUNOS ANTECEDENTES

Aunque el 3 de febrero de 1962, el entonces presidente de Estados Unidos John F. Kennedy oficializó el bloqueo económico, comercial y financiero, la génesis de la arbitraria medida está vinculada directamente con la historia y el desarrollo del sector azucarero.

Como refieren estudiosos, ya desde 1959 tras el triunfo de la Revolución, esa potencia manifestó su desagrado con los nuevos gobernantes.

Las medidas que estos adoptaban para el desarrollo y la soberanía de la nación -añaden- representaban una amenaza para el poderoso vecino en su afán de controlar los destinos de la isla.

Prueba de ello, argumentan, la constituyó la negación de las firmas Texaco, Esso y Shell a continuar el suministro de petróleo a Cuba, así como a procesar el crudo adquirido en la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), como resultado de las presiones ejercidas por Washington.

Incluso antes, desde la proclamación de la Reforma Agraria el 17 de mayo de 1959, que definió el carácter de la Revolución, determinó a Estados Unidos a fraguar el derrocamiento del nuevo régimen.

La Ley representaba un sueño de muchos años de los obreros, campesinos y sus líderes, porque rescataba para la nación las extensiones de tierra en manos de las compañías norteamericanas, y de los latifundistas y grandes terratenientes cubanos.

A partir de 1960 se intensificaron las agresiones, correspondiendo con el Programa de acción encubierta contra el régimen de Castro, aprobado por el presidente norteamericano Dwight D. Eisenhower el 17 de marzo de ese año.

Su propósito, según consta en ese documento, era provocar la sustitución del Gobierno Revolucionario cubano por otro que respondiera a los intereses de Estados Unidos.

Sigue en pie esa política draconiana, repudiada reiteradamente todos años en las Asambleas de las Naciones Unidas, y la cual recibe un gran rechazo de gobiernos y organizaciones del orbe.

Actualmente a nivel internacional se mantiene aún la comercialización del azúcar mediante cuota preferencial, a precios por encima de los del mercado mundial. Cuba fue privada de esa asignación, la cual fue repartida a otros países con gobiernos dóciles a los designios de Washington.

AFECTACIONES AL SECTOR AZUCARERO

De acuerdo con fuentes oficiales cubanas, el bloqueo afecta la actividad de todos los sectores económicos del país e inflige un profundo daño a su población.

En el caso específico del azucarero, los perjuicios están presentes en muchos aspectos, tales como en impedir el acceso a fuentes financieras para gastos corrientes, las inversiones y el desarrollo, indicó un informe del Grupo Empresarial Azucarero Azcuba.

También se manifiesta, añade la entidad, en la compra y transportación de insumos, materias primas y equipamientos para la producción cañero-azucarera, en las inversiones y en la comercialización y exportación de los azúcares y derivados.

Asimismo, tiene un fuerte impacto negativo en el proceso productivo, al entorpecer la adquisición de combustibles, lubricantes y otros insumos necesarios.

Desde la década del 60, Cuba emprendió un programa de desarrollo en la agroindustria, que permitió la mecanización de la cosecha de caña y otras labores agrícolas, la erradicación del llamado tiempo muerto y del alza manual de esa materia prima, entonces una de las tareas más duras en la rama.

Se crearon instituciones de investigación destinadas a la obtención de variedades de caña de azúcar, al aprovechamiento de los subproductos de la agroindustria, y construyeron fábricas de levadura torula, nuevas destilerías, plantas de tableros de bagazo, de glucosa, sorbitol y otras.

Igualmente, el desarrollo de un instituto de proyectos y de la base mecánica y de montaje del sector, junto con la colaboración de la URSS y otros países, posibilitó la construcción de ocho modernos centrales, y la realización sucesiva de zafras superiores a los ocho millones de toneladas de azúcar.

Sin embargo, con el advenimiento del llamado Período Especial a comienzos de la década de 1990, la isla cayó en una profunda crisis económica que obligó a su redimensionamiento.

Actualmente el país procura la recuperación del sector, que sigue siendo estratégico por su elevado potencial económico y productivo.

(Prensa Latina)