
Los matanceros tuvieron una activa y decisiva participación en aquel histórico 2 de diciembre de 1956, desembarco del yate Granma. Mientras el pueblo se aprestaba la insurrección mediante acciones y sabotajes, la actividad no cesaba. Fidel Castro había declarado antes de partir hacia el exilio, que en 1956 se reiniciaría la lucha armada en Cuba.
Matanzas por su parte contribuyó en esta etapa con el aporte de recursos monetarios, no solo para ayudar a los matanceros que tuvieron el honor de formar parte de por expedicionarios, sino también para el avituallamiento que requerían la travesía y el desembarco.