El respeto a los símbolos nacionales es más que una cuestión de leyes, es patriotismo

Hace algunos días mientras me dirigía hacia la emisora al cruzar el parque la Libertad de esta ciudad de Colón, ocurrió un hecho que me obligo a reflexionar.

Resulta que en ese momento daba inicio la actividad de abanderamiento al equipo de beisbol que representaría al municipio en la serie provincial, frente al busto que perpetua la imagen de José Martí.

Como es costumbre al comenzar cada acto en nuestro país, en los altavoces se escucharon las gloriosas notas de nuestro Himno Nacional, para mí fue una orden inmediata de detener la marcha, sin importar cuan apurada estaba para una reunión; y aquí fue donde comenzó mi sorpresa.

Muy pocos a no ser los asistentes al acto imitaron mi actitud, en el parque las personas estaban más interesadas en lo que ocurría del otro lado de la pantalla de su celular a través de la conexión Wifi, otros mostraban importancia a la conversación que establecían con sus parejas y hasta hubo algunos que apresuraron el paso para acortar lo más rápido posible la distancia que los separan de las tiendas que existen en esa parte de la ciudad.

En medio de aquella situación me pregunte, ¿podrá la Patria contemplar orgullosa a esos hijos que no muestran el mínimo respeto por la letra de esta marcha?, ¿acaso Perucho Figueredo y tantos otros hombres y mujeres derramaron su sangre defendiendo esta revolución en vano?

La recién aprobada ley de símbolos de la República de Cuba, establece el Himno de Bayamo como uno de los símbolos nacionales, por ser un himno de combate surgido en el fragor de la lucha por nuestra independencia que llama a los cubanos a defender la Patria y ofrendar la propia vida en busca de la libertad, es expresión del carácter patriótico de nuestro pueblo.

En el artículo 57 de esta ley se plantea: cuando se ejecute el himno nacional, si alguna persona está caminando se detiene y si se encuentra sentado se pone de pie, siempre descubierto y adopta la posición de atención.

Acaso tiene que existir una normativa que lo establezca para expresar respeto por los símbolos nacionales que nos enseñan a querer desde los círculos infantiles.

Una pregunta me ha dado vueltas una y otra vez en mi cabeza después de ver la actitud de esos cubanos, si alguna vez ¿del clarín escuchad el sonido? ¿Cuántos hijos de esta Patria digna estaremos dispuestos a las armas valientes corred para defenderla?

Es importante que se conozca la ley, pero más urgente es tocar los corazones y la conciencia de quienes no muestran el más mínimo respeto por nuestros símbolos nacionales.

Author: Marisel Castellanos Daniel