
Transcurría la mañana del domingo. El parque estaba repleto de personas que viajaban hacia distintos lugares. Adela también se encontraba a la expectativa, pero sus setenta y ocho años no le permitían correr a igual ritmo que el resto de las personas. Un ómnibus apareció en el horizonte, todos se abalanzaron hacia él… pero Adela no pudo alcanzarlo. Las esperanzas de visitar a sus nietos de desvanecían.
Cabizbaja se marchaba a su casa, cuando observó que en uno de los bancos del parque había una cartera. Caminó hacia ella tan rápido como pudo, la tomó entre sus manos y observó minuciosamente el contenido de la bolsa. “Dentro había un pantalón blanco, nuevecito y acabadito de lavar y varios billetes de cincuenta pesos”, así describe la señora los objetos encontrados aquella mañana.
“Ni corta ni perezosa me dirigí a la emisora Radio Llanura de Colón, tenía que devolver lo que no era mío”, explica orgullosa Adela. “Soy una mujer de pocos recursos, yo vivo de una jubilación, y ese dinero claro que me hubiera hecho falta, pero no era mío. Después ¿cómo pongo yo la cabeza en la almohada?”
Y como si fuera poco, el lunes, al rayar el sol, estaba Adela sentada en la recepción de la planta radial. “Mija, no es por malo, y disculpa que yo sea desconfiada, pero vine a verificar que el custodio había entregado la cartera, es que como no tenía documentos. En mi barrio me dijeron que yo era tonta, que no tenia que haber entregado nada… pero es que yo no puedo quedarme con lo que no es mío”.
Así fue como el destino me dio la posibilidad de conocer a esta señora, pelo cubierto de canas, voy temblorosa y manos delicadas, pero expresión de felicidad en el rostro, de satisfacción ante la obra realizada.
Y es que en los tiempos que corren se hace necesario compartir historias como estas, una especie de reflexión que nos ayude a discernir entre lo que está bien y lo que no. Una exhortación a la honestidad, el desprendimiento de lo material para dar espacio a los valores morales, tan necesarios para hacer grata nuestra convivencia social.
Ojalá que cada día en mi Cuba se multipliquen las Adelas.