Heroínas en el barrio

El mundo de las telas tiene protagonistas: las costureras. Siempre con las manos ocupadas y la mesa llena de ropa de todos los colores y tamaños. Algunos trabajos salen rápido, otros se prolongan durante semanas, y algunos quedan olvidados por accidente, pero todos reciben dedicación.

En medio de este ir y venir, llegan quienes necesitan ajustar una blusa porque ganaron o perdieron algunos kilos, cambiar un cierre, transformar una prenda y reinventar piezas. También surgen los retos inesperados: tapar el daño que dejó una plancha distraída o encontrar soluciones ingeniosas para darle nueva vida a un vestido viejo.

En Cuba, este oficio mantiene viva una tradición donde la creatividad y la necesidad se encuentran. Las costureras arreglan uniformes escolares y de trabajo. Realizan manualidades, elaboraran muñecos, adornos para la cocina y artículos de tela necesarios para la faena doméstica y decoraciones

Su labor, silenciosa pero invaluable, hace que la comunidad luzca mejor y se sienta bien recuerda que detrás de cada ajuste o reparación hay una heroína que, con aguja e hilo, teje historias.

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