
Para muchos encender el carbón es un paso habitual y obligatorio, en medio de largas horas de apagón por el déficit de la capacidad de generación y un restablecimiento que depende del comportamiento de la demanda y disponibilidad del sistema energético según informa la empresa eléctrica de Matanzas en la red social Telegram y Facebook.
Caminas por los barrios y percibes ese característico olor a humo. La dinámica de cocinar cambia de los fogones eléctricos o de inducción, a las hornillas más rústicas e improvisadas. En muchas casas están los calderos que ni por asomo pueden ponerse sobre las yamas de manera directa, y otros que siempre permanecen con su base tornada de color negro.
Las estrategias para prender el carbón son diversas. Cada quien defiende su método infalible, nylon y cartón, un pedazo de pan viejo o un trozo de tela. No importa cuántos intentos fallidos haya, hacer fuego se vuelve una necesidad urgente para hervir la leche varias veces al día, cocinar los frijoles, el arroz y freír.
Controlar el fuego se vuelve una habilidad importante, porque de eso depende que todo quede en su punto. La solidaridad también se hace presente, siempre surge quien ayuda a un vecino, con el traslado de piezas encendidas o prestar su cocina para terminar alguna elaboración.
Ante la compleja situación que presenta el Sistema Electro energético Nacional y por consecuencia del creciente déficit por capacidad de generación situación que no permite rotación de los circuitos, el carbón se convierte en un aliado confiable. En hornillas improvisadas es testigo silencioso delas batallas diarias y del ingenio del cubano.
Y aun en medio de las dificultades,
escuchas decir, la comida al carbón es la más deliciosa.