Ensayos sobre educación teórica, práctica y experimental: el libro de un matancero en la historia de la educación cubana

En 1898 se publicó el libro Ensayos sobre educación teórica, práctica y experimental, escrito por el pedagogo matancero Manuel Valdés Rodríguez.

Manuel Valdés Rodríguez (1848-1914), fue un relevante educador matancero. Recibió la primera enseñanza en Matanzas y después hizo estudios religiosos en La Habana. Su verdadera vocación fue la enseñanza. A ella se consagró desde la práctica, pero también hizo aportes relevantes al reflexionar sobre los problemas pedagógicos de su tiempo.
Manuel Valdés Rodríguez como catedrático de la Universidad de La Habana. Archivo del autor.

Sobresalió como director del Instituto Zapata y del Colegio Hoyo y Junco. Al fundarse en 1900 la Escuela de Pedagogía de la Universidad de La Habana fue nombrado profesor, cátedra que desempeñó con brillantez hasta su muerte. Escribió numerosos artículos y libros acerca de la educación. Fue, en los inicios del siglo XX, uno de los fundadores de la escuela pública cubana.

Un libro fundador

El libro Ensayos sobre educación teórica, práctica y experimental (1898), publicado por Manuel Valdés Rodríguez ha sido reconocido como el primer texto dedicado a la Pedagogía como ciencia que escribió y publicó un cubano. Apareció impreso por la imprenta de El Fígaro y recogió las experiencias y estudios de su autor por casi tres décadas. Está dividido en dos tomos.

Valdés Rodríguez lo dedicó “A los maestros de la Isla de Cuba” y a la “Real Sociedad Económica de la Habana”. Lo encabeza la introducción titulada “Publicación de esta obra”, fechada el 1 de marzo de 1898, en que destacó la acogida que tuvo en la Sociedad Económica y los móviles que le hicieron publicarla. Continuó el libro con el epígrafe “Mi obra de maestro”, de carácter autobiográfico. En él, narró con marcada sencillez, momentos sublimes de su desempeño profesional, que ilustran el modo en que concibió la labor del maestro y, en especial, la relación con las niñas y niños.
Portada del segundo tomo del libro Ensayos sobre educación teórica, práctica y experimental. Archivo del autor.

Tras una breve “Advertencia”, en la cual declaró que el libro era “…el resultado de mis observaciones”, le siguen las cuatro partes que conforman este primer tomo: “La escuela”, “La educación”, “El niño” y “El niño cubano”. “La Escuela”, dividida en doce capítulos, recogió las ideas de Manuel Valdés Rodríguez sobre los deberes de esta institución, la cual consideró “…un reflejo de la sociedad”. Además, agregó

“…lejos de ser la escuela. responsable de los fenómenos que se lamentan, puede decirse con razón que ella es el reflejo de toda la vida social”.

También abordó lo relativo a la familia y su relación con la escuela. Defendió que la armonía familiar, era “…una condición importante para el desarrollo de la vida moral y social de un pueblo, y los fines elevados de la educación de la juventud”, pues “Crear un divorcio entre la escuela y la familia, es hacer inútil la acción respectiva de una y otra”.

La segunda parte, “La educación”, con 23 capítulos, trató la relación entre instrucción y educación, sobre lo cual expresó:

“Fin propio de cada ramo de los conocimientos: he aquí la instrucción. Fin reflejo que se manifiesta por el ejercicio de las facultades: he aquí la educación”.

Ante los criterios, que consideró errados, de considerar separados estos procesos, sostuvo la necesidad de

“Educad, educad al niño para sí, para su pueblo, para la Humanidad”.

A los maestros dirigió estas palabras:

“Considerad que no es sólo el conocimiento el objeto de vuestra labor: sino simplemente un medio en vuestra mano. Tu objeto, ¡oh maestro!, es el niño, es el hombre. Y ¿conoces tú en la Naturaleza algo más risueño que el niño, ni nada más nuevo que el hombre?”.

En esta parte realizó fuertes críticas a la educación de su tiempo y, al mismo tiempo, demostró conocer las experiencias educativas de otros países. Formuló las características que, a su juicio, que debía cumplir la educación para ser fructífera y alcanzar los resultados adecuados.

“El niño”, con 33 capítulos, es la tercera parte de este tomo inicial. Contiene las consideraciones generales del autor acerca de la niñez y su educabilidad. Le siguió “El niño cubano. Su educación doméstica”, con 51 capítulos. Este fue el primer estudio integral sobre el niño de nuestro país. Demostró la convicción que poseía Manuel Valdés Rodríguez sobre la importancia y necesidad de conocer la psicología de la niñez cubana para realizar una labor educativa eficaz.

Para Manuel Valdés Rodríguez fue muy importante considerar los fundamentos históricos de la sociedad cubana y en este sentido realizó fuertes críticas al régimen esclavista que imperó en Cuba durante siglos. Utilizó una frase certera: “Un puñado de escogidos para el placer con una legión de esclavos a su servicio: tal era nuestra sociedad”. Insistió en el papel de la familia en la educación de la infancia, la ineficacia de los castigos y la formación de hábitos de estudio y de lectura, entre otros temas pedagógicos de interés.

En el “Epílogo” de este primer tomo, expuso ideas acerca de la educación religiosa. Le siguió “Consejos a los padres”, donde se destacan los siguientes:

“Realizad la obra de la justicia, del deber y de la felicidad común, como la mejor manera de enseñar a los hijos a ser justos, rectos y pundonorosos”.

“Fomentad en vuestros hijos el amor a la lectura, poniendo a su alcance y en todas partes la pintura, el grabado y el libro”.

“Poned de vez en cuando a vuestros hijos en presencia de la naturaleza, para que sientan su alegría y su influencia”.

“Procurad vivir con vuestros hijos de tal manera que en su pensamiento, en sus sentimientos y en su conciencia haya algo de vosotros mismos”.

Noticia en el Diario de la Marina, 4 de abril de 1900, sobre el libro de Manuel Valdés Rodríguez. Archivo del autor.

El tomo segundo de Ensayos sobre educación teórica, práctica y experimental, comenzó con “El maestro”, que abarcó los capítulos I al XV. Valdés Rodríguez lo inició con la crítica a la falta de Escuelas Normales en el país, centros encargados de formar a los maestros cuya necesidad defendió con sólidos argumentos. Tuvo ocasión, además, de defender el carácter científico de la Pedagogía. Planteó entonces a los maestros:

“Tenéis la obligación de ser profesor y pedagogo al mismo tiempo, y permitid que os lo diga; si no sois pedagogo, en el sentido científico de la palabra, no es posible que prospere vuestra enseñanza, ni es cierto el decantado progreso de vuestros alumnos”.

En el capítulo XV, que tituló “Móviles del maestro”, Manuel Valdés Rodríguez reprodujo escritos del pedagogo estadounidense William Henry Channing, en defensa de la formación de los maestros. Le siguió “Consejos a los maestros”, donde, entre muchos otros, les dijo:

“Poned en vuestra mano el cincel de la observación para penetrar hasta el interior del niño. Que sus lágrimas y sus risas, os interesen. No rellenéis su memoria de palabras huecas ni atestéis su espíritu de fórmulas”.

Sobre “Psicología pedagógica”, capítulos del XVI al XXXIV; “El método”, del XXXV al XLIX, y “Enseñanza objetiva”, del L al LX, son las siguientes partes que dan continuidad al libro. En ellos fundamentó de forma científica el proceso de enseñanza-aprendizaje escolar. Se destacó la defensa que hizo de la necesidad de aprovechar los adelantos de la psicología como ciencia experimental, en función de mejorar la actividad del maestro.

Dentro de “Psicología pedagógica”, insertó dos ponencias presentadas en el Congreso de Educación celebrado en Chicago en 1893. La primera, capítulo XXXIII, fue “La actividad personal en educación”, de J. G. Schurman, de la Universidad de Cornell. Como segunda, capítulo XXXIV, estuvo “El estudio del niño como base de la pedagogía”, sustentada por William H. Burnham, de la Universidad de Clark.

Aparece después el capítulo “Psicología experimental”, que no llevó número, donde Manuel Valdés Rodríguez reflejó observaciones propias de su experiencia como maestro. Se trató de criterios acerca de numerosos niños, derivados de su constitución física, problemas para aprender, adelantos y dificultades, etc. Esto convirtió al matancero en un precursor de los llamados laboratorios paidológicos y los modernos observatorios o gabinetes psicopedagógicos.

Por último, el libro concluyó con “Apéndices”, donde mencionó los temas tratados en los artículos que publicó en el periódico El País y la Revista de Cuba. También incluyó una carta y valoraciones sobre su libro El problema de la educación (1891), que recogió parte de esos trabajos. Finalizó con la reproducción del ensayo “La escuela francesa y la escuela americana”, que publicó en la Educational Review.

Recepción y vigencia

Antes de ser publicado el libro Ensayos sobre educación teórica, práctica y experimental, fue sometido por su autor al dictamen de la Sociedad Económica de Amigos del País. Miguel Melero, director de la Sección de Educación, opinó que “…es difícil leer estas líneas sin sentirse atraído por la novedad y la simpatía de los sentimientos más nobles”. También emitió su opinión José A. del Cueto, a petición de la presidencia de la institución. En este caso expuso que era

“…beneficioso a la enseñanza pública, en sentir del Sr. Cueto, que se difunda y extienda en el País la experiencia que atesora; puesto que en él se encierra, no el abstracto quietismo de la antigua enseñanza, sino la ruda y fatigosa labor de veinte y cinco años en el lugar de la escuela y al lado del niño, en la santa obra de su educación moral”.

El 11 de diciembre de 1898 la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana emitió su opinión sobre el libro de Manuel Valdés Rodríguez. Se presentó un informe elaborado por los académicos Vicente de la Guardia y Gastón Alonso Cuadrado, expuesto por este último. En el debate suscitado, todas las opiniones acerca del texto fueron elogiosas. Juan N. Dávalos destacó que

“…hace a su País, un servicio de importancia y pide a la Academia que, de algún modo, manifieste al autor su beneplácito y enhorabuena, otorgándole la distinción que estime oportuna”.

Para Federico Vildósola, el libro Ensayos sobre educación teórica, práctica y experimental era “…originalísimo y de mérito extraordinario…”. Por su parte, la Guardia señaló que “…el Dr. Rodríguez, ha hecho un servicio a la ciencia; servicio que debe ser premiado, sin escatimar nada de lo que se debe al verdadero mérito”. Según Juan Santos Fernández, era “…una verdadera clínica de la instrucción y educación del niño…” y consideró “…nueva la forma entre nosotros y útil el método que seguía…”. Tras estas palabras, los presentes tomaron los acuerdos siguientes:

“1º. Aprobar el informe de los Dres. Cuadrado y la Guardia, manifestándole el aprecio con que la corporación veía la manera concienzuda y meritoria con que habían cumplido el encargo.

2º. Recomendar como obra de «utilidad pública» los «Ensayos de Educación, Teórica, Práctica y Experimental» del Dr. D. Manuel Valdés Rodríguez.

3º. Declarar que el Dr. D. Manuel Valdés Rodríguez, había hecho, con la publicación de su obra, un servicio de importancia a la Academia, al movimiento científico y a la Educación en este País.

4º. Que, en premio de estos servicios, la Academia proponía como Socio de Mérito de la Corporación, al Dr. D. Manuel Valdés Rodríguez”.

De acuerdo con el bibliógrafo matancero Carlos M. Trelles, Ensayos sobre educación teórica, práctica y experimental estaba entre los libros más relevantes publicados por los cubanos. Lo consideró “…el mejor de los publicados en Cuba sobre esa materia y en él sobresalen los capítulos «Psicología experimental» y «El niño cubano»”.
Manuel Valdés Rodríguez. Foto de 1906. Archivo del autor.

Para el escritor y educador matancero José Antonio Rodríguez García, el libro de Manuel Valdés Rodríguez era “…un esfuerzo loable y meritísimo de acendrado patriotismo…”. Resaltó el lenguaje claro y científico en que se escribió, en especial las referencias autobiográficas contenidas en el prólogo. Sobre el primer tomo de la obra planteó que “…se muestra su docto autor competente psicólogo y sociólogo, a quien son familiares conocimientos nada vulgares de la ciencia contemporánea”. Del segundo afirmó que “…todo se trata con maestría suma por quien, conocedor de cuanto importante se ha escrito sobre la materia, tiene criterio propio y mucho nuevo que decir”.

Tras la muerte de Manuel Valdés Rodríguez el 17 de junio de 1914, la Universidad de La Habana dedicó una sesión fúnebre a su memoria el día 29 de mayo de 1915. Uno de sus discípulos más destacados, Alfredo Miguel Aguayo, leyó un elogio en su honor, que se publicó en la Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Sobre el libro Ensayos sobre educación teórica práctica y experimental, expresó:

“…sin aparato técnico, en lenguaje sencillo y familiar, a veces pintoresco, a veces reflejando una emoción ingenua, expone sus ideas pedagógicas y algunos hechos culminantes de su vida. Allí está Valdés Rodríguez como era en realidad: dulce, modesto, sin la menor pedantería, hablando sobre los problemas más hondos de la vida y de la escuela con la misma sencillez que si se dirigiera a un público de niños. Se ha dicho de esta obra que es una filosofía de la educación. Con esta frase se le juzga mal: los Ensayos son, a un tiempo, una filosofía de la educación, un sistema de pedagogía y, sobre todo, una obra de paidología, donde por primera vez se estudia la psiquis del niño cubano”.

Según José Antonio Portuondo fue «…el más serio aporte cubano a la ciencia pedagógica de este período y que permanecen , no obstante , injustamente olvidados…». Para Ángel Augier fue una «…obra de enorme trascendencia en la historia de nuestra pedagogía…». José Manuel Carbonell consideró que por su valor, el contenido de este libro le valió a su autor para ser comparado con José de la Luz y Caballero.

El libro más relevante de Manuel Valdés Rodríguez nunca más se volvió a publicar. Sólo han sido reeditados algunas de sus partes. Así lo hizo Dulce María Escalona dentro del volumen El maestro y la educación popular (1950). Este fue el primero de la Novena serie de los Cuadernos de Cultura publicados por el Ministerio de Educación. En esta ocasión incluyó parte del capítulo “El maestro” y el epígrafe “Consejos a los maestros”.

En los años 90 del siglo la profesora e investigadora Ida Hernández Ciriano se dedicó a estudiar la obra de Manuel Valdés Rodríguez. Acerca del libro Ensayos sobre educación teórica práctica y experimental destacó que

“…nunca antes se había publicado en Cuba un libro de Pedagogía escrito por un hijo de esta tierra y que tratara con amplitud temáticas tan diversas y de tanta utilidad para los educadores. Este libro constituye la sistematización del pensamiento pedagógico de tipo positivista en Cuba”.

En el Instituto Superior Pedagógico Juan Marinello, de Matanzas, también se hicieron aportes dirigidos al rescate de la vida y obra de Manuel Valdés Rodríguez. En este caso se resaltó, de forma especial, la significación de su libro más célebre en la tradición pedagógica cubana. Así lo hizo el trabajo de diploma “La orientación del educador Manuel Valdés Rodríguez” (1991), de Delia M. Carrillo y Nelma E. González, tutorado por Juan Reynaldo Hernández. También hay que mencionar “Labor pedagógica del destacado educador matancero Manuel Valdés Rodríguez” (1991), trabajo de diploma defendido por Marta O. Martínez y Carmen González, que tuvo como tutora a Norma González Madruga.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *