¿Resignarse a la desconexión?

Las nuevas tarifas de ETECSA representan un punto de inflexión en el acceso a Internet en Cuba, profundizan la división entre quienes pueden costear la conectividad y quienes quedan excluidos por limitaciones económicas.

El esquema vigente restringe las recargas en moneda nacional a 360 CUP mensuales, equivalentes apenas 6 GB, y obliga a quienes requieran más datos a pagar precios elevados por paquetes adicionales, tanto en CUP como en dólares.

¿Qué significa esto para el cubano común, especialmente para quienes consumen más minutos y mensajes? La mayoría de los usuarios percibe un salario que no alcanza para adquirir un paquete extra, cuyo costo mínimo es de 3,360 CUP por solo 3 GB. Así, al agotarse el paquete inicial, las posibilidades reales de mantenerse conectados se reducen para gran parte de la población.

Según explicó Lidia Esther Hidalgo Rodríguez, vicepresidenta comercial de ETECSA, los clientes prepago podrán recargar hasta 360 CUP en un período de 30 días. Los mismos mantienen su saldo acumulado para adquirir planes sin límites o realizar transferencias.
Además, Hidalgo Rodríguez explicó que mejoran las ofertas de datos, garantizan más recursos por menor precio y mantienen los 300 MB de navegación nacional.
Sin embargo, solo quienes tengan ingresos elevados o acceso a divisas podrán costear los paquetes en dólares.

Esto afecta especialmente a trabajadores digitales, estudiantes y emprendedores que dependen del acceso a Internet para sus actividades diarias. El impacto se agrava por la persistencia de deficiencias en la calidad del servicio y la inestabilidad de la conexión, especialmente durante los frecuentes apagones.

¿Qué ocurrirá cuando se agoten los paquetes? La realidad es que muchos quedarán desconectados. Las opciones son limitadas y, en la práctica, esta medida excluye del espacio digital a quienes solo disponen de ingresos en pesos cubanos. En lugar de reducir la brecha digital, esta política la amplía.

Las nuevas tarifas de ETECSA no solo encarecen el acceso a Internet, sino que profundizan la desigualdad y la exclusión digital. Para la mayoría, una vez agotado el paquete, no quedará otra alternativa que resignarse a la desconexión.