El último conjunto y el próximo son: La historia no contada de la Lira Matancera

Acaba de celebrar 98 años de historia, el último conjunto tipo sonora que sobrevive en Cuba, el Lira Matancera.

Su actual director, el maestro Carmelo Marrero, es el cuarto director, y pertenece al linaje de quienes nacieron y crecieron en un viejo barrio de Matanzas donde la rumba y el son fueron a maridarse un día y trajeron al mundo el son matancero.

Allí en Pueblo Nuevo, un 18 de mayo de 1924, nació el septeto Lira Matancera. Leoncio Soler y un piquete de jóvenes animados por el fervor sonero que inundaba la villa asumieron su propia herencia de cantos y toques festivos para hacer el novedoso género. En enero del mismo año, Valentín Cané había fundado la Tuna Liberal, que poco después se daría a conocer como Sonora Matancera.

Para los primeros años de la década del 30, el tresero y compositor Félix Cárdenas lleva la Lira para La Habana. Y es allí donde pasa al formato de conjunto, y hacen los primeros registros fonográficos para la RCA Víctor.

La Lira tiene un extraño destino en medio de tanta historia musical. No fue la gran mimada de las disqueras, ni fue Cárdenas el lobo visionario que tuvo la Sonora en Rogelio Martínez. Sin embargo, una y otra vez renació; una y otra vez volvió a estar en tarimas y programación de radio; y cuando la mayoría de los conjuntos tradicionales desaparecieron a la altura de los años 60, reapareció en Matanzas hasta el día de hoy.

En 1960, el pianista Idelfonso Marrero asume la dirección. Hombre de oficios y músico autodidacta, le pide ayuda a Severino Ramos y a José Claro Fumero para conformar el repertorio con la ilusión de que la Lira fuera una orquesta representativa de la tradición matancera.

En La Habana, a juzgar por las grabaciones de la época, la Lira fue una versión de la Sonora, y Cárdenas lo hizo con toda la devoción del mundo; en los coros tuvo a Florencio Hernández, Carusito, que después pasó a la Gloria Matancera para reafirmar el común de que las tres formaciones reprodujeron el mismo esquema vocal en los coros, con la voz de falsete y otra voz en octava baja, efectos percutivos que remiten a la herencia de la rumba y la construcción armónica de una simpleza tan efectiva como criticada por quienes vieron en la fórmula matancera, un empobrecido tratamiento musical, en contraste con los arreglos que le hacía el Niño Rivera al Casino o la sonoridad dura y pura de Arsenio Rodríguez.

Al final, la fórmula perduró y el sonido matancero sería el norte en la eclosión salsera de finales de los sesenta, y la colorida variedad genérica en el repertorio de la Sonora, el fundamento de lo que es hoy la etiqueta «Música Tropical».

El destino del conjunto Lira Matancera sería solventar todas las pruebas impuestas a lo largo de las últimas 6 décadas por cambios de formato, nuevas exigencias de un público expuesto a tantos ritmos y géneros.

Atrás quedaron episodios como los arreglos de Dámaso Pérez Prado para las guarachas de Félix Cárdenas, el paso por la Lira de cantantes como Puntillita o del percusionista Cándido Camero; y más cerca en el tiempo el primer concierto en Cuba de un conjunto de son junto a una orquesta sinfónica, evento este que tuvo lugar en el 60 aniversario de la formación.

En 1998, la Lira Matancera asume otra vez un formato reducido de dos trompetas, y el repertorio antológico de la Sonora. Incluyen en la sección rítmica el timbalito con baquetas de madera, y las voces con el aire antiguo de los coros soneros de los años veinte. Era una operación camaleónica que dio resultado. Una Sonora Lira Matancera que pudo sobrevivir una vez más gracias a su pasado.

Un contrato de cuatro años como orquesta exclusiva del desaparecido Habana Café del balneario de Varadero, le permitieron mantenerse a flote y grabar un disco con una compilación de piezas propias como «Se formó la rumba», de Félix Cárdenas, y «No formes líos, José Inés», de Idelfonso Marrero, y honrar a la hermana mayor con su versión de «Apambichao», de Carlos Argentino, y «Piel Canela», de Bobby Capo.

El 13 de marzo de 2020, el conjunto ofreció su último baile en Cuba antes de la pandemia. Cuatro meses antes, en Plaza Mayor de Medellín, Colombia, subieron a la tarima junto al cantante portorriqueño Jorge Maldonado, y al pianista, arreglista y compositor cubano Javier Vázquez, los últimos de la generación histórica de la Sonora Matancera.

El último conjunto matancero sigue en pie. Otra sobrevida les ha tocado. Mañana volverán a los escenarios con toda esa historia a cuestas, que es además tamaña responsabilidad. El maestro Carmelo Marrero lo sabe, y sueña con el momento de volver a tocar con sus muchachos el son matancero, sea en Matanzas o en Medellín, o donde quiera que los reclamen.

¡Larga vida Lira Matancera!

Por Juan Francisco González Guerrero

 

Author: Radio Llanura Redacción